Se acaba este Giro de Italia tan gris. Le ha faltado brillo, actores, actitud y le han sobrado muchas otras, como ínfulas y perspectivas. Ha ganado Primoz Roglič y se podría decir que es ganador con justicia. En el reino de los ciegos, él conservó un ojo, fue el que en el global más propuso y quien como los malos estudiantes dejó para la última noche el gran atracón. En realidad fue un movimiento muy arriesgado que junto a las bajas, el agotamiento y el miedo ha terminado por definir a un Giro de Italia cuya mejor noticia es que llega a su fin. También para el esloveno, acostumbrado al infortunio en el peor momento y hueso posible. Por estadística, porque Rominger ganó un Giro y porque el destino le debía una cronoescalada feliz, Rogla terminó por coronar al bipartidismo que tanto apasionaba al inicio, veinte días antes de esta escalada imposible contra el reloj.
Geraint Thomas pierde el rosa por 14″, que en realidad son un suspiro largo, dos tragos, un pensamiento breve. Se acordará de no haber sido más valiente en el Monte Bondone, cuando tuvo contra las cuerdas al campeón. También suspirará Roglič aliviado por haber salvado los muebles cuando los camiones de la mudanza habían ya llamado al telefonillo. Un Gran Vuelta es cuestión de eliminación, y vaya si lo ha sido. Entre las montañas, las lluvias, el Covid-19, las caídas, los desfallecimientos y las malas decisiones, ganar tras tres semanas de tensión y atención constante a cada detalle. Y esta edición no ha sido diferente, con ciclistas que el líder del Jumbo Visma vio subir a los altares para bajar de golpe en vuelo en picado.

Las cosas no son cómo empiezan, sino cómo acaban, y la historia acaba feliz para alguien que suma ya su cuarta ronda de tres semanas, un alcance que le mete de lleno en la historia, con la única espinita del Tour de Francia, coto que tiene más que cerrado mientras sea ciclista de su actual equipo. La cronoescalada de Planche des Belles Filles le perseguirá siempre. Más que por el nacimiento de ‘La Bestia’, quien le arrebató el Tour cuando era virtualmente el ganador, por haberlo dejado escapar de forma previa, por no haber aniquilado a su rival cuando tuvo ocasión. En las películas, cuando perdonan la vida a un asesino, acaba por matarte. Lo mismo pasa con los campeones, no importa que tú seas otro.
El final de este Giro podía perfectamente haber sido diferente y haber coronado a Thomas, un especialista en la crono como Primoz y habiendo demostrado un buenísimo rendimiento en montaña. Las fuerzas estaban muy parejas y Monte Lussari iba a decantar la balanza. Durísimas rampas sobre el cemento, preciosas laderas repletas de aficionados y una parte alta, la que parece una postal de Disney, que estaba hasta la bandera de eslovenos (acabamos antes explicando que la subida se encuentra a escasos veinte kilómetros de la frontera con Eslovenia). El público volcado, alborotado en el ánimo a todos y cada uno de los ciclistas, dejando el clásico pasillo para que el ciclista y la moto sufran por mantener el equilibrio.

En esto que Roglič echa pie a tierra y sufre una avería mecánica que lejos de presionar más con fantasmas del pasado, espolean al segundo de la clasificación general, que termina por recortar la distancia necesaria y le regala 14″ al cronómetro. Jorge Drexler hablaba de “12 segundos de oscuridad” que no hubiesen bastado aquí. Roglič fue el faro esta vez y sus 44 minutos de esfuerzo sirvieron para afianzarle como uno de los mejores corredores de su generación, de la década y de todos los tiempos, en esos rankings donde es tan difícil ordenar el caos y después poner de acuerdo a quienes lo interpretan.
Sin esta victoria la opinión sobre este ciclista hubiera cambiado muy poco, pero los éxitos ayudan a que las leyendas se agiganten, y de este modo él puede presumir de un trofeo que el tan alabado por público y crítica Tadej Pogačar no tiene aún en su poder. Como el reto de ganar todas las vueltas HC que nadie ha conseguido aún. Ni Merckx. Roglič ya tiene el rosa, donde se coronará junto al Coliseo, en Roma. En la ‘ciudad eterna’ la espiral que conmemora al ganador recubrirá una recurva más para anotar en él al primer esloveno de la historia en hacerse con un Giro de Italia.
Cuarta grande que hace que sólo que Merckx (11), Hinault (10), Anquetil (8), Coppi (7), Induráin (7), Contador (7), Froome (7), Binda (5) Bartali (5) y Gimondi (5) tengan más victorias que él en rondas de tres semanas. A recuperar, quién sabe si a tratar de estirar el chicle para ganar la Vuelta a Suiza y ganar la última HC que le queda y posteriormente preparar la Vuelta a España, donde le espera el reto de seguir haciendo historia. Otra grande que Tadej Pogačar tampoco tiene todavía en su poder.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: RCS / LaPresse
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