HC Opinión

Qatar, el mundial de fútbol que es un revival del mundial de ciclismo (Hallelujah Money)

Con todos los respetos. Que es la expresión que todos añadimos en el preludio de lo que es un asedio de argumentos e ideas contra una persona o colectivo.

Sin ánimo de ofender, ni a la UCI ni a nadie, esta serie de reflexiones únicamente vuelven a insistir en que por mucha innovación que se introduzca en un deporte, por muchas variaciones que los intereses partidistas de unos pocos quieran aplicar sobre la naturaleza del mismo, terminará por no salir bien. Celebrar un Mundial de fútbol a finales de otoño huye de la tradición y la emoción que transmite esta competición en verano, cercano a las vacaciones y animados por el buen tiempo, que suele provocar más optimismo hacia la competición.

No, no voy a hablar de fútbol más allá de esta breve introducción al tema que vamos a tratar, y es pervertir los valores de un deporte a cambio de una mera cantidad de dinero para rellenar las arcas de instituciones que supuestamente miran por el bien de su deporte porque son los máximos organismos que los regulan, pero en realidad funcionan como empresas camufladas. Este Mundial de Qatar es el primero de fútbol, pero viene después de uno de ciclismo.

Se puede aceptar la globalización como carretera inevitable. El ciclismo se ha abierto a muchos más países que tienen el mismo derecho a disfrutar de eventos de primer nivel como cualquiera del entorno europeo de mayor tradición en el deporte de las dos ruedas. Australia ha venido para quedarse. Estados Unidos y Canadá también. Y Latinoamérica. Y Asia poco a poco también. Y África parece irse incorporando paulatinamente. Todas son buenas noticias, el ciclismo profesional no debe ser un coto únicamente europeo.

El desierto se extiende ante los ojos del ciclista y no sólo el de arena © ASO / Kare Dehlie Thorstad

La celebración de un campeonato del mundo es una forma de extender la oportunidad del gusto por el ciclismo, de promocionar también la visita a muchos lugares de la mano del turismo, ese vehículo que sirve como pretexto para vender ciclismo en medio mundo. La excusa para financiar todo, aunque en realidad lo que estés vendiendo sean áridos desiertos inhabitables y una batería de derechos sociales y humanos, me atrevería a decir, que no vayas a poder disfrutar en tu hipotético viaje a esas lejanas tierras. Visto así, en realidad, poner el foco sobre un país como Qatar tan de cerca para promocionarlo puede ser contraproducente. ¿No, UCI?

Hay mucha gente que viaja a Asturias con el único fin de subir al Angliru. O a Italia para comprobar que el Stelvio es realmente una de esas cosas que hay que ver antes de morir, al mismo tiempo que escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo que todos los manuales absurdos incluyen como constantes vitales básicas. Lo desconozco, pero sí que me cuesta pensar que mucha gente viaje a Doha para montar en bici a lo largo de sus amplios y maravillosos desiertos.

En realidad, pinta más a capricho. Igual que lo pareció el Mundial de 2016 en Doha, más un lujo que una necesidad real. Los ciclistas debieron pensar eso de «¿qué pintamos aquí?». El recorrido, totalmente plano y en una primera fase por desiertos que finalmente fue lo más interesante de la prueba. Los corredores que quedaron fuera del corte bueno, que se formó bien pronto, pensarían en lo largo de esas desalmadas carreteras sin más aliciente que acabarlas cuanto antes para llegar lo más pronto posible al hotel.

Ahora el fútbol magnifica los descaros de la organización de un Mundial fuera de su naturaleza, del mismo modo que el ciclismo ha comenzado ya hace tiempo a autodestruirse a base del cortoplacismo que impera. Se habla de que el Tour de Francia va a salir de Florencia en 2024, celebrando en el país transalpino mínimo tres etapas y media. El Giro se va a Israel, el Tour de Polonia arranca en el Trentino italiano, primera noticia de una vuelta de una semana que incluye un día de descanso intermedio, la Vuelta se traslada a Holanda. Y podríamos seguir.

Las vacas observan el paso del pelotón. El pelotón el paso de los años © ASO / Marcel Hilger

Lo que antaño era una excepción colorida comienza a ser una mutación. El Tour ya no es de Francia. Ahora es Le Tour. Lo mismo sucede con La Vuelta. Productos internacionales que van cobrando una tendencia clara de degenerar su propia esencia como lo hizo el París Dakar, en posesión de ASO, por cierto. Si algún día los extraterrestres se manifiestan por fin en La Tierra, quisiera imaginar la cara de los mismos cuando se les explique que esa competición ni se inicia en París ni termina en Dakar. La salida se dio en Granada varias ediciones. América del Sur fue la sede durante años, ahora Arabia Saudí. El nombre pasa a ser Dakar a secas. Temblores. Sudores fríos.

¿Qué es lo siguiente? Podemos llevarnos la París Niza a New York (que no Nueva York) o celebrarla entre Sicilia y Oslo. La Tirreno Adriático puede comenzar en Grecia. O la París Roubaix en Doha. Ya hablamos del Mundial de ciclismo de 2025 en África, lo cual es fantástico como concepto. Pero viendo los antecedentes da más la sensación de que a falta de piedras preciosas que asaltar, lo que se busca a paladas es interés económico y demagogia ad hoc. El siglo XXI, señores (en género neutro, se entienda).

Permítanme compartir una canción que tiene más guiños a la elección de Donald Trump que al dinero en sus estrofas, pero que al final muestra el mundo ciclismo que estamos construyendo a través de la subversión del orden mundial. Lo que no sabíamos es que dicho cambio iba orientado a ubicar en la escala de valores otros todavía peores que los que arrastrábamos como sociedad.

El interés siempre ha movido y moverá el mundo. Dejando de lado más aspectos filosóficos, esta transformación del ciclismo parece imparable. En un viaje que augura una buena y corta vida a las instituciones que rigen, la autodestrucción de modalidades como la contrarreloj, las distancias de juveniles en profesionales, la imperiosa necesidad de llamar la atención por atravesar terrenos que pertenecen a otras disciplinas del ciclismo como el gravel o la MTB en ciclismo de carretera, la falta de competitividad real entre equipos y ciclistas, las demagogias y frases hechas sobre el ciclismo, entre otras muchas cosas, acabarán con el ciclismo tal y como lo conocemos.

Obvio que el ciclismo tiene que cambiar. No es el mismo deporte de los años pioneros y embrionarios de las grandes carreras. La tecnología avanza, el deporte evoluciona. Pero sigue siendo el mismo deporte. El baloncesto tiene normas para que haya más ataque, más movimiento, más dinamismo. El balonmano también. Se modifican aspectos y se observa las mejores. ¿Y en ciclismo? Ya lo vamos viendo, que las modificaciones están basadas en falsos pretextos y falacias que por repetirlas cien mil veces no serán jamás reales: las distancias largas favorecen el dopaje más que las cortas, las etapas cortas favorecen que haya más espectáculo o que las contrarrelojes tienen poca audiencia. Las etapas llanas, en cambio, son líderes en Prime Time.

El interés sigue moviendo el mundo, disfrazando decisiones en forma de dinero con antifaces de modernidad y futuro. Renegando de un pasado que aunque fue espantoso les llevó exactamente al sitio en el que están. Un presente en el que las excusas proliferan y la autocrítica pública y las soluciones no están de moda. Si 150.000 personas procedentes de España dejan de seguir una página es porque en España no sabemos hablar inglés (kind regards from all current Spanish users of your page, Mr. Pro Cycling Stats). Por supuesto, lo he googleado para traducirlo.

Si las audiencias de los años 90 eran mucho más amplias que ahora es debido a la irrupción de las plataformas, la competencia en pantalla, etc. Sin embargo, ningún responsable de las grandes carreras ha mencionado que un día tuvieron a todas esas personas mirando a su producto (aka carrera ciclista) y ante la oferta de otros, en su gran mayoría decidieron irse con otros. Algo se habrá hecho mal. Algo se habrá descuidado. Algo no se habrá hecho todavía para recuperar a toda esa gente.

Y siempre la misma excusa peregrina que se aduce para justificar el inmovilismo: no hay dinero. A lo mejor el dinero no lo es todo. O no lo debería ser. O tal vez no debería estar tan alto en las escalas de valores de los dirigentes del ciclismo. A lo mejor lo que falta es creatividad, imaginación, ideas, algo que decir. Corto plazo. Cáncer de nuestras sociedades. Cáncer del ciclismo.

PD: no se malinterpreten mis palabras. El cambio es inevitable, es una realidad que no se puede modificar. Lo que sí se puede variar es la dirección hacia la que el cambio nos hace evolucionar.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: Sirotti

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