Aprovechando el que sería su 77 cumpleaños (Limanes, 30 de septiembre de 1945), planteamos esta duda existencial que bien podríamos plantear al revés, como qué sucedería con los escaladores de hoy día si en realidad hubiese una dosis de contrarreloj similar a la que los campeones soportaban año tras año en las pruebas de tres semanas. Inevitable pensar qué hubiese sido de otros corredores como Lucho Herrera, Marco Pantani o ‘Chava’ Jiménez si sus bestias negras se hubiesen anulado tanto como para no ser más un elemento decisivo. En ese lote es imposible no incluir a uno de los mejores escaladores de siempre, el asturiano José Manuel Fuente, apodado el ‘Tarangu’, cuyo apodo fue asignado al Monte Naranco precisamente en honor al mítico ciclista del KAS. Allí ganó con una pierna, literalmente. La otra, en alto para reivindicarse tras una lesión de varices y agradecer al doctor que le había operado.
Ganador en dos ocasiones de la Vuelta a España (una de ellas por únicamente 11″), en recorridos donde la montaña brillaba por su ausencia en comparación con Giro y Tour, que tampoco eran ediciones excesivamente montañosas en comparación con las de hoy día, y donde la contrarreloj era bastante más tenía más peso que en la actualidad, ¿hubiese ganado más grandes vueltas de no haber tenido esa losa de la crono?
La forma de correr hubiese cambiado, no cabe duda. Tal vez con menos tiempo perdido, el escalador español no hubiese realizado según qué exhibiciones. La grandeza de los rivales que se encontró en su camino le obligaron a ello, más allá de un terreno u otro. Sabía que en la alta montaña era superior y debía intentar aprovecharlo al máximo, para dejar cuantos menos cabos sueltos, mejor. Lo demostró en la Vuelta de 1974, su segunda y última victoria en la general. Fue una carrera muy viva, repleta de polémicas y enfrentamientos. Se salió de Almería con el asturiano como uno de los grandes favoritos, si bien también tomaron la salida el conquense Luis Ocaña, gran rival del ciclista del KAS y Bernard Thévenet, otro de los aspirantes a derrotar algún día a Eddy Merckx. Ambos habían sido segundo y tercero en la edición anterior, precisamente ganada por el belga. Los tres coparon el podio del Tour de Francia anterior. Ocaña no acudía muy convencido, quería rodarse. Pero tenía un compañero que tenía aspiraciones en la general como el mítico Joaquim Agostinho.

Thévenet salía de líder de Granada, Perurena se lo arrebataría en Sevilla y el vasco lo retendría hasta la etapa contrarreloj de Los Ángeles de San Rafael, donde irónicamente se vestiría de amarillo Fuente. Había ganado con autoridad la etapa anterior, con llegada a la localidad segoviana y una dura etapa de montaña donde había demostrado ser el más fuerte. El tiempo estaba siendo terrible y tendría su influencia. Las rencillas del Tour de 1973, donde las acusaciones entre KAS y BIC fueron intensas por haber faltado a los pactos de control de esa edición, incumplidas según cuenta la historia por el equipo de Ocaña al formar cortes en una etapa belga de la primera semana. Sea como fuere, el rival aquí iba a ser otro. Fuente estaba a la cabeza de la clasificación general, pese a que la mayor baza de su equipo era de salida Miguel María Lasa.

La etapa que conducía al pelotón de León al Monte Naranco, justo encima de Oviedo, vio una escapada buenísima para los intereses de Lasa, compañero del líder, en la que estaba junto a Agostinho, del equipo rival. La dirección del KAS decidió frenar la ofensiva, con un gran enfado por parte del ciclista vasco, también por parte de la organización (no hay que olvidar que aquellos años la Vuelta era organizada por El Correo Vasco) y finalizaba en Bilbao o San Sebastián. La bajada de Pajares entre los torrentes de agua y la escasa visibilidad iba a ser un suplicio. Las carreteras no estaban como están ahora y fue un descenso tortuoso.
En la cima final, Fuente fue el más fuerte. La afición celebraba eufórica, y entre esa histeria colectiva que empujaba en volandas al Tarangu a ganar en la que sería su cima, aunque aún eso no lo sabía. Pierna en alto y una celebración que pasaría a la historia y que ha sido imitada en muchas ocasiones. Otra de las más célebres fue la llegada de Johan Museeuw al velódromo de Roubaix en el año 2000, con idéntico gesto. El escalador español parecía sentenciar la Vuelta en su tierra. Ocaña era recibido por abucheos ante esa rivalidad que se había establecido entre ambos equipos.

El resto de la carrera fue más un duelo entre ambos, con un marcaje intenso e incluso caídas conjuntas. Camino de Cangas de Onís, tras la subida al Mirador del Fito, ganó Agostinho, aprovechando el trabajo de distracción del ganador del Tour en ejercicio. El portugués era el tapado, como se temieron en KAS el día del Naranco, y fue poco a poco situándose como el gran rival de Fuente. En la etapa de Arrate, una terrible caída del asturiano a punto está de hacerle abandonar. Sin embargo, se rehace y a punto está de alcanzar a sus rivales del BIC. Llega a la última contrarreloj con una distancia que parece recuperable por un Agostinho que era mejor especialista en la disciplina.
Fuente ganó la Vuelta únicamente por 11″, había resistido al empuje de los corredores del BIC. Sin embargo, el portugués fue proclamado ganador por megafonía a la llegada del español. Los jueces corregirían dicho error, otorgándole al asturiano la carrera, aunque para Joaquim y el público portugués quedó la sensación de que le habían robado la Vuelta. La propia organización reconocería errores en los cronometrajes, pero no revertiría el resultado final y así el ‘Tarangu’ se anotaría su segunda general de la ronda española.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Sirotti / TDP