Ocurre como con esas oposiciones de cultura general para desempeñar un puesto fijo enseñando matemáticas. Las cronos sirven irónicamente para seleccionar a los escaladores. Diría que mucho más que a los contrarrelojistas, que suelen filtrarse entre los aspirantes a grandes vueltas y meros espectadores de la más alta montaña. En tres semanas, los que hemos crecido y mamado el ciclismo de los noventa y los primeros dos mil, esperamos que el más fuerte se imponga, que busque sus oportunidades y ponga las balanzas de su lado. El más fuerte no tiene por qué ganar las carreras, pero en caso de que no lo sea, tendrá que compensar con sus cualidades en otro terreno sus carencias en otro. Es decir, si un escalador falla en contrarreloj, tendrá que buscar estrategias para compensar sus pérdidas de tiempo… o bien trabajar en sus defectos en la disciplina al igual que los rodadores entrenan la mejora en las cadencias de subida, pierden peso, etc.
¿Por qué se favorece que los escaladores estén en la pomada en detrimento de otro tipo de corredores? Puede ser porque se considere que producen un tipo de ciclismo más espectacular, la montaña suele enganchar más con los aficionados y las carreras, que no siempre alinean sus intereses con los elementos meramente deportivos. Como por otra parte es entendible tratándose de empresas. Ahí siempre estará el debate del largo y el corto plazo, el sueño y la realidad, los cien pájaros volando o el que se posa en la mano. Lo que está claro es que por unos motivos o por otros, los escaladores están viéndose beneficiados por las propuestas recorridistas del ciclismo moderno.

Otro debate a considerar podría ser el hecho de que los grandes nombres actuales no rinden en contrarreloj, pero cae por su propio peso al ver ganar la Vuelta a España a Evenepoel y la destreza de Van Aert, Pogačar u otros. El final en alto o la etapa de montaña tiende a acumular mayores audiencias y por ahí pueden ir los tiros. Por el camino, ciclistas que son un dos sobre diez en contrarreloj pelean las generales gracias al respirador que les ofrece el hecho de eliminar, por el momento, una crono y reducir el kilometraje de la segunda considerablemente.
Llevémoslo al absurdo. Óscar Freire fue un gran ciclista. Un velocista, un clasicómano si prefieren. Corredor inteligente, rápido y que pasaba la montaña decentemente sin obviamente tener la destreza de las grandes estrellas en las grandes cumbres. Imaginemos que mediáticamente hubiese interesado que el cántabro hubiese ganado una Vuelta a España. ¿Le hubiésemos recortado las montañas hasta la extenuación para que a través de las bonificaciones y los sprints pudiese ganar la general? Entonces, si este caso parece muy desafortunado y exacerbado, ¿por qué hacer lo propio por los escaladores y no por los velocistas? Llevándolo aún más al absurdo, ¿por qué no celebrar la París-Roubaix en los Alpes para que los escaladores tengan opciones? Hay puertos en Suiza que tienen pavé en el ascenso.
Las cronos no van a obligar al ataque a casi nadie. Sólo casos contados donde ciclistas que iban a atacar igualmente, buscaban movimientos aún más lejanos para recuperar más tiempo. Pantani y Contador. Poco más. Ese paradigma tan debatido equivoca la raíz de la necesidad de las contrarrelojes. Deben ser un filtro más, lo mismo que el Tourmalet elimina de golpe y porrazo a todos aquellos candidatos que no sean capaces de elevar su esfuerzo a los 2115 metros de su cima de forma eficiente con respecto al esfuerzo de los demás. Las cronos van a decirnos quién no tiene sitio en la foto del podio, al menos entre los tres mejores. Existen otros trofeos a los que un buen escalador que no rinda en crono puede acceder. Y no es desmerecer, sino que quizá en algunos casos, los buenos corredores de etapas de montaña, que hace algunos años era habitual, tal vez no sean ciclistas para ganar en carreras de tres semanas.

¿Quiere decir esto que los escaladores nunca podrán ganarlas? Rotundamente no. Ha habido a lo largo de la historia múltiples casos donde un fino y delgado ciclista terminaba por imponerse a los ‘culosgordos’ por saber encontrar sus puntos débiles y atacarlos. Sí, obviamente lo tendrían más complicado en recorridos con dos cronos largas y menos llegadas en alto. Los grandes campeones lo van a ser en todos los terrenos. Y si no lo son, tal vez es debido a que su tamaño ciclista sea menor del que parezca en primera instancia.
Con dos cronos largas, ¿hubiese sido Enric Mas segundo en la última Vuelta? ¿Hubiese sido Nairo Quintana podio en el Tour? ¿Hubiese sido Purito Rodríguez podio o aspirado a ganar grandes vueltas? ¿Lo hubiese hecho Valverde? Sí, ganó en 2009 su única Vuelta, que incluía dos cronos que hoy día serían consideradas larguísimas, pero que entre ambas no juntaban sesenta kilómetros entre ambas. Todos los mencionados, y algunos más, son o han sido ciclistas muy capaces, que bien podrían haber superado esa carencia en la contrarreloj buscando potenciar sus lados buenos. Si en crono no se marcha y en montaña no se aprovecha el terreno, poco o nada hay que hacer. Y ha sido el caso de varias de las situaciones donde importó poco que se suprimiese una crono. En el Tour 2015, Froome ganó dominando en la montaña sin necesidad de hacer la diferencia en la etapa cronometrada.

La cuestión es que ver a ciclistas en la pelea de esa forma artificial no termina de ser muy espectacular. Los escaladores de antaño sí practicaban ese ciclismo atractivo que enganchó a numerosas generaciones, pero lo hacían porque de no haber convertido las etapas de montaña en auténticos festivales de ataques, jamás hubiesen tenido opción de si quiera soñar con ganar una gran vuelta. Al final se trata de aprovechar tus bondades y poner en marcha un plan para ganar. Ahí radica otro de los problemas: ¿cuántos ciclistas -escaladores y no escaladores- quieren ganar? ¿Cuántos parten de salida con el objetivo afeitado de ser segundo o tercero? He ahí el problema y no en la existencia de las cronos.
Ahora los escaladores son menos espectaculares. Al existir ocho etapas de montaña, puedo dejar pasar dos o tres antes de ponerme en serio. Es como el mal estudiante que espera a la última semana para estudiar y después pincha. Es una táctica legítima, con sus pros y contras, desde luego. El problema viene del lado de los que compran los argumentos de quienes se quejan sin haber exprimido todo el terreno, todas las posibilidades. También de parte de quienes año tras año nos convencen para creer que el año siguiente todo será diferente.
Cuando se observa el desglose de etapas tras la presentación de una grande, es llamativo el número cuantioso de etapas para los velocistas, que no suele bajar de seis (eso cuando no son doce). Los escaladores suelen recoger unas cinco o seis llegadas en alto más alguna llegadita en repecho para los puncheurs. ¿Y cronos? Si acaso, una. Dos junto a un prólogo o crono por equipos de corta duración. Los escaladores en muchos casos están ahí de forma artificial, sin demasiado esfuerzo, sólo con ir ahí. No va en beneficio del espectáculo, tampoco de la moraleja aquella de que gane el mejor. Principios, entiendo, románticos que ya no se llevan, que ya tienen mucho menos peso que un medidor de audiencia. Nos habremos hecho mayores o se habrán hecho mayores nuestros principios.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto de portada: Thomas Maheux
Totalmente de acuerdo. Los top en vueltas deben ser los mejores en todos los terrenos. Actualmente al no haber casi crono y con tanta montaña, un escalador del montón, aún siendo mediocre, incluso muy malo en cronos tiene opciones de estar en los primeros puestos de una general yendo a rueda todas las etapas. Esto mata el espectáculo y hace que ver ciclismo sea aburrido. Quizás con cronos como las de antaño, a estos escaladores malos en crono y anarrateguis en montaña, no les quedaría más remedio que atacar en su terreno, incluso lejos de meta, para recuperar las minutadas pérdidas en las cronos y así hacer un puesto decente en la general. Algo debe cambiar en el ciclismo, porque todo el pelotón de paseo cicloturista 190 km y 4 horas de carrera y ataca 1 ciclista en los últimos 100 metros de la última subida no es un espectáculo que anime a verlo por tv a los aficionados y mucho menos haga aficionados nuevos a este deporte. Con la oferta de ocio que todos tenemos al alcance de un zapping, el ciclismo debe ofrecer más espectáculo que 170 bicicletas de paseo 4 o 5 horas y un sprint de 300 metros o un ataque en montaña a 100 metros de meta si quiere sobrevivir.