Con motivo de la presentación del recorrido de la Vuelta a España de 2007 se arremolinaron una serie de críticas hacia las etapas diseñadas por la organización. Una carrera que sobre el papel parecía soporífera, pero sobre el terreno lo fue aún más, con dominio aplastante de Denis Menchov, al que achacaron la falta de espectáculo, así como a la crono de Zaragoza, entera por la autovía que conecta la capital con Cariñena. Desde aquella edición comenzó el retroceso de las etapas cronometradas, como si fuesen las culpables de las innumerables etapas llanas por carretera nacional (ancha) y las etapas de montaña que eran meros finales en alto sin una dureza previa que las hiciese merecedoras de tal apelativo.
Entre las excusas que se esgrimieron, flotó una sobre las demás, que se convirtió en un mantra que repetido en bucle por los altavoces mediáticos había calado como una realidad indiscutible: en España no hay montaña. Sí, hay Anglirus, Lagos y finales muy dignos. Pero según esas voces no había posibilidad de diseñar etapas que compitiesen en entidad con sus vecinas francesas e italianas. Un grupo de aficionados se puso en marcha, movidos únicamente por el ánimo de impulsar a la Vuelta a España como una gran carrera al nivel que consideraban podía alcanzar.
Se demostró tanto que en España sí había montaña que numerosos medios especializados y no tan especializados se hicieron eco de aquello. Un movimiento que fue sumando adeptos al tiempo que fue abriendo los ojos a muchos otros. La propia organización de la Vuelta fue sumando algunas de esas propuestas al catálogo de subidas habituales.

Pasado el tiempo y ya con un equipo completamente diferente al que gestionó toda aquella crisis de identidad, el mapa fue cambiando en algunas cuestiones. Más finales en alto, más etapas con picante, menos contrarreloj, estreno de multitud de puertos, casi siempre con llegada en alto, etc. Pero la alta montaña sigue huyendo a ser diseña da en Francia o en Andorra, mientras que en terreno netamente español cuesta ver esa clase de etapas. Los Pirineos del lado francés son más ricos en grandes subidas, de acuerdo, pero… ¿por qué en otras zonas a las que la Vuelta llega en suelo español no disfrutan de esas etapas de montaña que perfectamente se pueden elaborar y que haría a la Vuelta competir en dureza con Tour y Giro?
Otra de las excusas que se suelen esgrimir ante estos planteamientos es el desgaste de los corredores en el mes de septiembre. Magnífico argumento que sigue sin explicar por qué esas etapas ‘prohibidas’ en España se diseñan e incluyen en Francia o en Andorra, donde sí se aprovecha el terreno como se debe. Sin embargo, en España casi siempre consiste en esquivar, en recurrir a los puertos pequeños mientras los grandes siguen esperando o siguen infrautilizados. Cuando una gran vuelta debe contar con alta montaña para diferenciarse de las vueltas de una semana.

Para demostrar que esas etapas en suelo francés pueden ser realizadas en suelo español, el foro APM se ha vuelto a movilizar para diseñar copias casi idénticas de las jornadas pirenaicas desarrolladas en el país vecino en gran parte, pero con una sutil diferencia: son en suelo 100% español. Algunas en zonas geográficas por las que la carrera se deja caer de vez en cuando.
A través de una serie de artículos que seguirán al actual, queremos mostrar diversas zonas en España (incluyendo Canarias) en las que se pueden elaborar esas grandes etapas de las que históricamente la Vuelta a España ha carecido y en la actualidad vemos con cuentagotas, desperdiciando ocasiones únicas para elaborarlas. ¿Por qué?

COL DU TOURMALET – Etapas españolas
Parece mentira que esta etapa haya estado disponible durante tantos años y todavía ninguna de las carreras que suelen transitar carreteras catalanas haya dado el paso para incluir un diseño cuanto menos similar. El Coll de Pal ha sido escenario de etapas en la extinta Setmana Catalana. Alberto Contador ganó en sus rampas en la última ascensión. Pero el Coll de Pradell sigue absolutamente inédito. Ni hablamos ya de la combinación de ambos puertos, que puede suponer, sin mucho esfuerzo, una etapa novedosa y similar en dureza a la francesa. Inclusive en las alturas se asemeja a la original que terminará en el Tourmalet.



De salida se incluye La Creueta en una salida también desde una estación de esquí como La Molina, que ya ha sido final de etapa en la Vuelta. Se realiza un pequeño bucle con margen para que el pelotón afronte dicho tramo en subida y en bajada. Aún así, se puede endurecer mucho el perfil con un doble paso por la zona dura de Pradell. El Coll guarda parecido con cimas míticas del ciclismo, como La Marmolada italiana. Un etapón a la altura de las mejores producciones del Tour y del Giro.
Son 4.400 metros de desnivel, con cuatro puertos y final en alto en apenas 138 kilómetros. Altitud, puntos para disfrutar de la carrera lejos de meta… ¡lo tiene todo!

Nos trasladamos a La Cabrera, a las tierras del Bierzo leonés para diseñar una etapa con un desnivel acumulado de 4.260 metros. El parecido entre ambos perfiles es evidente y dan a entender la dureza de ambas etapas. El asfaltado del Alto de la Cruz da nuevas perspectivas a la zona, posibilidad de ascender a Morredero (Portillinos) por varias caras antes de llegar a meta. Por ejemplo, en la propuesta, la primera de ellas se acomete por su lado sur, absolutamente inédito en la Vuelta.
Tras la bajada y un terreno que empieza a picar hacia arriba por un valle precioso, llegan las durísimas rampas del Alto de la Cruz, con un recorrido nervioso y revirado que da más espectacularidad al puerto, que ya lo es de por sí. La bajada se vuelve a realizar por el mismo sitio antes de volver a encarar de nuevo esta subida, con el añadido hasta la estación de esquí o la cima de Portillinos.



La Cabrera es una zona inédita con puertos como este, Fonte da Cova, ya en el límite con Galicia, el durísimo Piedrafita, escondido en las faldas de estas impresionantes montañas, o el Peñón, aunque el estado de su carretera es lamentable. Foncebadón es parte del Camino de Santiago y posee dureza suficiente para medirse con los grandes. Carreteras solitarias, perfectas para el cicloturismo y el ciclismo de grandes vueltas. Ponferrada junto a esta sierra, León a menos de una hora, Astorga y La Bañeza al lado…

LARRAU BELAGUA – Etapas españolas
Granada es sinónimo de ciclismo. Se publicitan bastante sus montañas cercanas a la capital, con especial predominio de Sierra Nevada y su extensa estación de esquí. En cambio, la Alpujarra y la Contraviesa son sierras que no se han explotado apenas en lo altimétrico por parte de la Vuelta a España. Puertos como Haza de Lino en todas sus variantes y vertientes, así como Albondón y esos otros puertos que arrancan del mar para elevarse sobre las nubes siguen ahí esperando su oportunidad, cuando, como se puede ver por el perfil, son auténticos puertazos que aguantan bien la comparación con cualquier coloso francés o italiano. En este caso, la imitación de Hourcére y Larrau queda a un nivel más que aceptable, con final leve en la localidad de Laroles, al pie de La Ragua, una Madeleine dejada al paso del tiempo.



Las combinaciones son casi infinitas en unas sierras con muy buen asfalto, cercanía con la costa y sus óptimas instalaciones hoteleras, la cercanía también a núcleos de población importantes y paisajes de ensueño. No son las verdes praderas de los Alpes, pero en dureza hay mucha similitud entre estas subidas y las de la cordillera centroeuropea. Conexiones por vía aérea con el resto del país o cercanía con
el aeropuerto internacional de Málaga, además de las conexiones de AVE. Si estas etapas no han sido diseñadas ha sido exclusivamente por falta de voluntad.

Escrito por Lucrecio Sánchez / Colaboración con foro APM
Foto de portada: Marce Montero (39×28 Altimetrías)
El segundo track (el de la zona de La Cabrera) está mal enlazado. Al pinchar te lleva al primer track (el de Pirineos).
Corregido. Muchas gracias por el aviso.
Un saludo