El ciclismo español llevaba un tiempo en caída libre pese a estar viviendo su época dorada en cuanto a grandes talentos, los años 10 en este siglo XXI que ya ha completado 22 capítulos y tiene 78 episodios por descubrirnos. Carreras desapareciendo, las que sobreviven lo hacen reduciendo fechas y sólo algunas, como Andalucía, dejan de echarle la culpa al empedrado y rebuscar excusas en el arenero para afrontar con decisiones su presente, manifestado en un contexto cambiante que algunos sólo se pararon a contemplar, sin mover un hilo real y escudarse únicamente en remar con un remo parcheado que apenas permitió avanzar a nadie, ni mucho menos evitar el fin al que todas estas pruebas se acercaron con ahínco: la desaparición absoluta.
Fue una selección natural que ha permitido el florecer de otras carreras que fueron trabajando en la sombra y vieron desde el nacimiento una forma de hacer las cosas que condujo a muchas al precipicio o a caer por él. En estos casos, tanto fechas como la mera propuesta de la carrera han ido asentando en la consciencia del aficionado el atrevimiento y osadía con el que pueden ir contando año tras año. Recorridos que, si no innovadores, sí han trazado terrenos de una forma menos actual, menos simple y demostrando mucha más trabajo y ambición que las carreras de un orden superior.
Itzulia también comprendió lo que no ha entendido la Volta Catalunya, y es que las carreras repetitivas denotan cierto conformismo, en la duración eterna de las excusas y un desarrollo de la carrera bastante mejorable. Escudarse en un buen año fruto de la casualidad no vale para nada. Itzulia ya ha repetido en cierta medida el patrón de su etapa reina, cuestión contraria a formar parte de ese grupo osado de inconformistas, y ha eliminado la contrarreloj, subidos en la ola de sinsentido que se ha apoderado de aquellos tendentes a organizar. Reflexión. Apuestas que han funcionado mejor cuando se han seguido los propios criterios. Eliminar la contrarreloj y copiar el 90% del rutómetro de la etapa final no les dará éxito en el largo plazo ni frescura en el corto.

Carreras nuevas que han surgido como la Clásica de Jaén han demostrado que tomar aunque sea un patrón ya visto en otro lugar y trasladado a una belleza jienense que en cierta medida se puede equiparar a los campos de La Toscana y las carreteras blancas italianas. Una imitación de lo mejor de la Strade Bianche y regado con aceite de oliva y esa sal que Andalucía aporta en el mes de febrero en forma de buen tiempo. Un buen producto que resultó un éxito en su primera edición y que ahora espera una segunda con un recorrido diferente, aunque con la misma esencia de sorprender como el primer día. Mientras esa filosofía inconformista dure, habrá esperanza.
Qué decir de la Vuelta a la Comunidad Valenciana, que ha regresado de la mano de los hermanos Casero (Ángel y Rafa) tras varios años en el dique seco. Tras un primer intento inocente por parte de Paco Antequera, ex seleccionador del equipo español absoluto (algo tienen los seleccionadores con organizar, parece, tras las incursiones de Pascual Momparler en el CX de Benidorm, Jaén y alguna otra como el Memorial Momparler de aficionados), la vuelta valenciana regresa para ser una de las referencias de principios de temporada. Aprovechan el tiempo, las fechas, un recorrido ambicioso que va estrenando montañas y al mismo tiempo buscando elementos menos evidentes, como el sterrato, riesgo en incluir algunas subidas que en otras carreras serían desechadas por el asfalto, etc.
La participación ha respondido desde el primer día, con una importante presencia de las estrellas, aprovechando el corredor del Mediterráneo de ubicación de equipos en pretemporada. Una auténtica joya esta carrera que contenta a todos y permite entrenos de calidad a todos aquellos ciclistas que se encuentren en la zona concentrados. Sin duda, un acierto. Como también lo es la Clàssica de Valencia, el retorno del viejo Luis Puig que alternaba Benidorm y Valencia como salida y llegada. Una interesantísima carrera que abre el calendario europeo como en su día hacía el GP La Marsellesa, en Francia. La participación irá mejorando con la categoría de la carrera, pero ya se ha comenzado a ver alguna estrella por allí como Arnaud De Lie, que se llevó esta edición 2023, por cierto.

Por último, recordar también la irrupción de O Gran Camiño, la Volta a Galicia de Ezequiel Mosquera y su equipo. Recorridos trabajados, buscando terrenos realmente sorprendentes y con mucho riesgo en unas fechas donde la competición busca más sol y menos posibilidad de lluvia y frío como el norte peninsular. Sin embargo, su primera edición enfrentó a Michael Woods y a Alejandro Valverde, que ganó allí su última general. Aquello de que la osadía es sólo para los valientes, sin duda, se hace realidad en este caso, con un ciclista que sufrió mucho en el final de su carrera por un presunto positivo en la Vuelta a España, la que le lanzó a la fama definitiva, y que ha sabido recuperar el cariño de la afición y la crítica a base de trabajo duro y una reinvención que ha devuelto el ciclismo profesional a Galicia después de muchos años (incursiones de la Vuelta a España aparte).
Estas fórmulas son las necesarias para transmitir a los equipos y a los aficionados que cada edición es un mundo, que hay que trabajar cada año para ofrecer cosas nuevas, diferentes en la medida de lo posible y que esa actitud traerá el éxito. En un mundo cambiante y de creciente inmediatez, no cabe lugar para la dejadez y el conformismo, como han protagonizado algunas carreras dentro del territorio español y que han acabado por ir perdiendo plumas en forma de días de competición hasta desaparecer o quedarse con tan sólo uno, como es el caso de la Vuelta a Murcia.
Otro detector común de dejadez es la elaboración o no de sus propios perfiles de carrera. Ejemplos como el de la Challenge de Mallorca, tomando los perfiles directamente de Openrunner.com, no son una buena señal. Aunque ahí incluso alguna grande y sus perfiles de los puertos, con errores muy graves en los datos, tiene también cosas que decir. Este tipo de trabajo gráfico es importante para los aficionados. El que esté muy metido, buscará información por otro lado, pero no da buena imagen darte cuenta de que el perfil ofrecido no es de elaboración propia o que ofrezca información incorrecta. Y no hablo de una pequeña variación precisamente, no me malinterpreten.
Por no hablar de la actitud de muchas de estas pruebas a la hora de acreditar gente. Los mismos criterios no aplicados dependiendo de si te llamas Marca, As o Eurosport -ninguna crítica hacia ellos- o si eres de un blog emergente que está creciendo poco a poco y con mucho esfuerzo. No está el ciclismo ni algunas carreras para elegir. Todo suma. Pero al final echan de la carretera, con una actitud dinosáurica y falta de lejanía de miras. Es más, alguna nueva carrera también lo aplica, aludiendo a un presunto e hipotético cartel de lleno que no fue así (demostrable). Criterios que se utilizan como excusa y después no se aplican a todos por igual. Las mentiras tienen las patas muy cortas, pero te toman por imbécil. Después, cuando necesiten a esos imbéciles, a lo mejor no estarán. El ciclismo no está para echar gente de la cuneta. Pero es que de éxito también se muere. Al tiempo.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto de portada: Clásica Jaén Paraíso Interior