Al igual que el perfume con el que comparte apellido Rémy Rochas contiene mucha esencia en un recipiente pequeño. Con su metro 64 y sus poco más de 50 kilos el ciclista saboyano tiene planta de puro escalador. Uno de esos que parecen los hijos de los gigantes rodadores cuando los ves pedalear juntos en las grandes carreras. El corredor de Cofidis está completando una temporada sobresaliente en el WorldTour en el año de su debut en la máxima categoría, aumentando su valor como apuesta de futuro para el equipo crediticio.
Formado desde niño en el equipo de casa, La Motte Servolex Cyclisme, siguió la evolución natural de los ciclistas de la zona al recalar como amateur en el Chambéry CF, filial del potente AG2R. Una carrera deportiva siempre pegada a los Alpes, con incursiones invernales en otras disciplinas como el mountain bike o el esquí de fondo. Continuamente mirando a la montaña con alma de escalador atemporal.
Sin muchas victorias, pero con regularidad y buenas prestaciones en la montaña, sus actuaciones le servían en verano de 2016 para dar el salto como stagiaire al “papá” AG2R. Con los de Vincent Lavenu pudo disputar varias clásicas belgas e italianas del mes de septiembre sin demasiada fortuna. El sueño de pasar a profesional la temporada siguiente se veía truncado, algo de lo que quizás se arrepientan actualmente los directores de AG2R.
Confiar en tus condiciones y afrontar la decepción mirando hacia adelante es la única manera de lograr que se cumplan los sueños, y Rémy tenía claro ese mantra. No tuvo problemas en volver al siempre potente y competido circuito amateur francés, de la mano del Bourg en Bresse Ain.
La apuesta parecía haber salido bien, pues en 2018 todo estaba ya hablado para dar el salto al profesionalismo con el equipo Armée de Terre. Desgraciadamente, el ciclismo es tan volátil que nada se puede dar por seguro, y el equipo militar debía echar el cierre a su aventura profesional, dejando de nuevo a Rochas con la miel en los labios. Tocaba seguir en Bourg en Bresse y esperar otra oportunidad, que no tardaría en llegar. A mitad de temporada entraba como stagiare en el Delko Marseille.
Esta vez, con más madurez y experiencia, no iba a dejar pasar la oportunidad. Debutaba con buenas prestaciones en la Vuelta a Burgos y dejaba su sello siendo quinto en los “exóticos” Tour de Almaty kazajo y el Tour de Taihu Lake chino. Esta vez se lo había ganado. 2019 sería por fin el de su debut como profesional.
A fuego lento, sin explosiones de esas que llaman tanto la atención, se iba convirtiendo en corredor importante en su equipo. Aunque el primer año fuera más gris, el parón pandémico le sirvió para centrarse en los entrenamientos y ganar fuerza de cara a la rentrée. Ávidos de ciclismo los aficionados empezamos a engancharnos a toda carrera televisada, y a varios nos llamó la atención ese pequeño escalador que contestaba el dominio de los austriacos del Bora en el Sibiu Tour rumano. Asomaba un escalador sin complejos, que se confirmaría rozando el top10 en una Route d’Occitanie de nivel WorldTour con los Bernal, Vlasov, Pinot o Mollema dando empaque a la carrera.
Su evolución, todavía con edad de maillots blancos, no pasaba desapercibida y llegaban las ofertas de los equipos WorldTour. Igual alguno pensaba en lo que había dejado escapar años atrás. Cedric Vasseur lograba ofrecerle un proyecto interesante al de Saboya, que firmaba con Cofidis con el sueño de debutar en una gran vuelta.
Su primera temporada en la máxima élite no es nada desdeñable. La victoria estuvo cerca en la primera etapa de la Volta, donde se metió en la fuga buena para ser tercero tras Kron y Luisle. A continuación, formaba una dupla muy interesante con su compañero y coetáneo Victor Lafay en la Volta a la Comunitat Valenciana antes del debut en un Giro de Italia donde iría con libertad. Pese a buscar las fugas, no tuvo la fortuna de su compañero Lafay, ganador de etapa en Guardia Sanframondi, y terminó retirándose lesionado en la 17ª etapa.
Su gran momento llegó, como decíamos al inicio, en la Vuelta a España, donde demostró su categoría y dotes de escalada en las jornadas de alta montaña. Su regularidad y su resistencia le fueron aupando en la general, y eso que siempre estuvo al lado de Guillaume Martin cuando este lo necesito. Tanto en el ataque enfilando al pelotón en los intentos por desbancar al líder Eiking, como en la defensa acompañando a su líder en las duras jornadas del norte, en las que Guillaume pagaba las consecuencias de su caída días antes.

Pero pese a su pequeño tamaño y su clara vocación escaladora sería un error encasillarlo en ese papel. Rémy Rochas siempre ha ambicionado ser un ciclista completo y va camino de ello. Muestra de ello ha sido su reciente trabajo en el GP Wallonie, enfrentándose a trotones y demás titanes para ayudar a su compañero Christophe Laporte a llevarse el triunfo. Fuerza, calidad y sacrificio por sus compañeros son valores muy codiciados en el ciclismo actual y que tienen mucho que aportar en un Cofidis que afrontará un 2022 decisivo para sus aspiraciones de continuar en el WorldTour. Sin la presión de otros compatriotas a los que se les pidieron resultados demasiado rápido este escalador de bolsillo tiene margen para crecer y dar alegrías a la afición gala.
Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Fotos: @ACampoPhoto