Título: Mathieu Hermans: A contracorriente.
Autor: Mathieu Hermans (basado en libro de John van Ierland (2013))
Editorial: Libros de Ruta
Edición: 2022 (adaptación de Juanfran de la Cruz y Pedro Larrayoz)
El neerlandés Mathieu Hermans se convirtió en uno de los ciclistas más queridos en nuestro país, especialmente en Euskadi, tierra que hizo suya gracias al deporte. Un notable especialista en ciclocross que, gracias a sus actuaciones en las campas vascas consiguió entrar en el endogámico pelotón español para acabar siendo uno de esos corredores extranjeros adoptados como nuestros en el corazón de los aficionados. Una especie de pionero de lo que luego serían los Tony Rominger, Laurent Jalabert o Alex Zülle para los seguidores del ciclismo.
En este libro estructurado en forma de biografía, veremos esa evolución desde las primeras pedaladas a los grandes éxitos y la decadencia previa a la retirada, en un formato ágil con capítulos cortos que sirven como anecdotario de una carrera deportiva singular. Un neerlandés de Goirle que soñaba con triunfar en los campeonatos, primero en el barro y en la pista, y después en la carretera. Un ciclista de una generación de neerlandeses de mucho nivel, y que por su complexión parecía estar destinado a ser un aceptable vueltómano o incluso un destacado ardenero. Sin embargo, su valentía y capacidad de moverse en el caos lo convirtieron en uno de los mejores sprinters de la segunda mitad de la década de los 80.
Mathieu Hermans refleja en las páginas de este libro su manera de entender el ciclismo, la relación con sus compañeros y directores de equipo, no siempre fácil, y dedica pasajes amplios a las personas que le acompañaron en esa travesía, como su entrenador Albert Stofberg, su padrino deportivo y segundo padre Pedro Larrayoz o su inseparable gregario y compañero Erwin Nijboer.
Conoceremos todas las etapas de su trayectoria vital y deportiva: desde sus tiempos en las escuelas ciclistas del norte de Europa, a sus problemas para compaginar su pasión con el servicio militar, jalonados por sus éxitos en el cicliocross hasta su llegada al conjunto español Orbea.
En el mítico equipo español, con sus diferentes patrocinadores, tardaría en encontrar su sitio, pero evolucionando año a año llegaría a descollar en la mágica temporada de 1988, en la que lograría nada menos que 25 triunfos, seis de ellos en la Vuelta a España, convirtiéndose en uno de los pocos en lograr tal número de triunfos en una sola edición de la ronda española. Una racha que se prolongaría el año siguiente, con otros tres triunfos en su segunda casa y el deseado parcial del Tour de Francia, en Blagnac, que merece un capítulo destacado en el relato.
Pero no todo en el ciclismo es de color de rosas. Las lesiones, los problemas con patrocinadores y contratos, las polémicas en el seno del pelotón o las tensiones internas en el equipo también salen a relucir, especialmente en los últimos años de la carrera del bravo corredor neerlandés. El libro no se asoma al morbo en ningún momento y pasa totalmente de lado del asunto del dopaje, a diferencia de muchas otras biografías de otros ciclistas de la época. En cambio, sí que llega a hablar, sin recrearse demasiado, de la compra de carreras.
Además del relato en primera persona de Hermans, en el libro podremos leer también un emotivo prólogo de la voz de las pruebas ciclistas de nuestro país, Juan Mari Guajardo; un no menos emotivo epílogo del propio Pedro Larrayoz y tres textos de famosos escritores y periodistas neerlandeses, como John van Ierland, autor de la biografía original, Herbert Dijkstra, con quien formó pareja en la televisión nacional (al modo de nuestros Carlos de Andrés y Perico) y Mart Smeets.
Una pieza bibliográfica recomendable para recordar un ciclismo cercano en la memoria pero lejano en su forma de ser, aún en fase de modernización. No queremos dejar pasar una pequeña crítica, pues para un amante del libro en papel como quien esto escribe, resulta chocante encontrarse una página de publicidad dentro del cuadernillo central. Seguramente haya sido exigencia del autor, pero no queda especialmente estético.
Escrito por Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)