El belga Rik Van Looy es conocido como el ‘Emperador de Herentals’, por su origen geográfico, y como Rik II, por su origen temporal, tras el gran Rik Van Steenbergen, también belga y gran clasicómano. Van Looy tuvo el honor de completar por primera vez los 5 Monumentos del ciclismo: Milán San Remo, Tour de Flandes (en dos ocasiones), París Roubaix (tres), Lieja Bastogne Lieja y Giro de Lombardía. Todas entre los años 1958 y 1962, viniendo mucho antes que los éxitos de Merckx y De Vlaeminck, que dispararon ya a cifras inalcanzables al ciclismo de Bélgica.
Nacido en Grobbendonk, se trataba de una especie de todoterreno que sprintaba como los ángeles y que también ejercía su talento sobre la pista. Más de 162 victorias oficiales adornan un palmarés, se habla de más de 400 de forma extraoficial. En todo caso, un ganador, un corredor de los que terminaba la temporada lejos de quedarse en blanco. En el Faema que después encumbraría a su compatriota Eddy Merckx logró la mayoría de sus grandes victorias, incluidos esos cinco Monumentos (ocho en total) y dos podios en la Vuelta a España.
Campeón de etapa en las tres grandes, no anduvo lejos de pisar el podio del Giro de Italia. Las grandes, más allá de ser un coto de caza de victorias, no fueron su terreno predilecto. En las pruebas de un día todo fue diferente. Ganó todo lo habido y por haber en ese campo. Si quitamos Omloop (un segundo puesto) y Kuurne Bruselas Kuurne se ha llevado todas. Excepto Amstel Gold Race, que no se celebró hasta el ocaso de su carrera. Sí se llevó las otras dos clásicas de las Ardenas.

21 temporadas en las que acumuló siete equipos. Alcanzó la competición en tres décadas, con gran éxito en dos de ellas y únicamente el honor de llegar a los ’70 en activo. Con 37 años colgó la bicicleta y comenzó a fundar escuelas ciclistas en Bélgica, donde es un auténtico ídolo. Ganar tanto en las piedras como en las Ardenas es un éxito para nada fácil de alcanzar.
Es más, muy pocos corredores lo han logrado. Gilbert, también belga, el único de ellos. Van Looy comenzó ese idilio belga con las pruebas de un día que sigue hasta nuestros días, aunque tal vez con menos ciclistas ganadores en las mismas. Pero lo que sí sigue es el gusto por estas carreras.
En 1962 ganó en Lieja y se convirtió en el ganador de los Cinco Monumentos del ciclismo. Un hito que nadie había alcanzado hasta la fecha y que después nadie había logrado hasta que Merckx y De Vlaeminck, también belgas, lo consiguieran. Gilbert, de nuevo también belga, ha sido el que en los últimos años ha estado más cerca de añadirse a ese selecto club. Sin embargo, le faltó Milán San Remo, la única que le quedó por conquistar.
Se llevó dos maillots arco iris como campeón del mundo. Tuvieron lugar en los años 1960 y 1961, veinticuatro meses donde Rik pudo lucir el maillot de forma consecutiva. En cambio, se quedó a un éxito de dar alcance al otro Rik, Van Steenbergen, que paró el contador en tres, al igual que el italiano Alfredo Binda. Después vendrían más que lo dejaron en la misma cifra, como Merckx, Sagan o Freire. Una carrera especial para él, ya que también se adjudicó dos platas. En 1963 fue segundo en casa, pero en 1956 lo fue ante su gran rival. Una victoria hubiese cambiado la historia de ambos.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Harry Pot
Muchas gracias Lucrecio por acordarte de un “grande”. ¡Qué pena que no haya literatura en español de esta figura, de la época que le tocó vivir y de cómo se las gastaba su “guardia roja”.