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Roberto Heras, la reinvención de los escaladores

Béjar ha sido cuna de grandes escaladores. Las sierras que se acumulan alrededor han obligado a los ciclistas de la zona a desempeñarse más que bien en las cuestas. Pura supervivencia. Lale Cubino fue uno de los pioneros y uno de los grandes mentores de Roberto Heras, aunque a decir verdad el que se hizo más famoso fue Santi Blanco, del pueblo de al lado (Puerto de Béjar). Su sonado paso de Banesto a Vitalicio restó interés a las gestas iniciales de Roberto Heras, que después cobró mucha más relevancia que el protagonista de aquella frase profética de “el Tour del 2000 será Blanco”, expresada por José Miguel Echávarri. Cómo se echan de menos aquellas afirmaciones rellenas de riesgo.

Heras fue uno de los nombres más destacados de la primera y única edición de la Vuelta a España amateur. Sólo el danés Claus Michael Moller superó a un corredor que tenía mucha relación con el ciclismo vasco por entonces antes de saltar al Kelme en 1997. La formación española había incorporado a Fernando Escartín como gran líder. Un escalador bravo, de posición retorcida que requería de ayuda. El oscense formó un gran dúo con Heras durante los últimos años noventa, una especie de pareja de superhéroes análoga a la relación fantástica entre Batman y Robin. Ambos luchaban contra el resto de escaladores y rodadores que poblaban entonces el pelotón español como ‘Triki’ Beltrán, Abraham Olano o Chava Jiménez. Contra este último los duelos eran constantes en aquellos años en los que el abulense se encontraba en uno de sus puntos álgidos dentro de la montaña rusa que fue su carrera profesional.

En su debut en la Vuelta a España se vio las mejores condiciones de Heras. Fue quinto en la clasificación general, sin muchas etapas de verdadera montaña y unas contrarrelojes de longitud más que decente (en comparación con los días que vivimos, un auténtico exceso), lo cual tuvo real mérito. Ganó su etapita en el novedoso Alto del Morredero, junto a Ponferrada (León). Ahí comenzó su rivalidad con José María Jiménez, que ganaría a su vez la partida en Los Ángeles de San Rafael. Un comienzo prometedor para el ciclista del Kelme que se confirmó en la temporada 1998. La Vuelta, de nuevo, confirmó sus condiciones de gran escalador. Junto a Escartín, dinamitó la carrera y a punto estuvieron de romper del todo a Abraham Olano, que ganó la general en la última crono. De ese río revuelto, pescó más ‘Chava’ con su póker de victorias de etapa y la rivalidad generada por la prensa en torno al equipo Banesto y su relación con el maillot amarillo. Roberto ganó la etapa de Segovia, que tenía el Alto de Navacerrada por medio. Al final de su descenso hizo la diferencia el bejarano para plantarse en el Acueducto en solitario. Sexto final.

© Sirotti

1999 vio al mejor Heras. Su crecimiento le llevó a ampliar horizontes y estrenarse en el Giro. Anduvo lejos, le costó adaptarse a la forma de correr de los líderes italianos. La guerra Pantani – Jalabert y todo el affaire de Marco le puso en bandeja la última etapa de montaña, con meta en Aprica tras coronar Gavia y Mortirolo. Allí ganó ante Gotti y Simoni, que se repartieron sendas plazas del podio. En el mes de septiembre se repetía la estrategia, con Escartín como estandarte tras ser podio en el Tour de Francia. Sin embargo, la Cobertoria le puso delante de los ojos la oportunidad de ser el líder único del Kelme. El abandono del ganador en Piau Engaly fue un revulsivo que le aupó a la tercera plaza del podio en Madrid. Sin embargo, sus guerras con ‘Chava’ le restaron concentración. El año 2000, en cambio, mostró un ciclista mucho más maduro, consciente de que tenía que dar ese paso adelante que le convirtiese en el referente del ciclismo español. La presencia de las contrarrelojes en las grandes vueltas, todavía muy importante, concedía mucha importancia al trabajo de invierno en la especialidad. Túnel del viento, posición, bicicletas, cascos… Todo ese trabajo se hizo, y se hizo bien.

Debutó en el Tour. Mostró buenas maneras en la primera montaña, escapado con su jefe de filas en el Aubisque entre la lluvia y escaladores top como Virenque o su archienemigo Jiménez. Todos fueron vapuleados por Armstrong en la cima de Hautacam, pero había superado su primera prueba en la alta montaña del Tour de Francia. Tres semanas que marcan la diferencia. Según pasaron los días y las montañas cobraron más importancia, Heras tomó la iniciativa y superó a Fernando en la general. Se encumbró el día de la Joux Plaine, camino de Morzine. Puso un ritmo endiablado que en seguida le dejó ubicado en la cima en compañía del escalador galo Richard Virenque y el maillot amarillo sumergido en una intensa pájara que le revelaría dos cosas: nunca enfrentarse a Pantani frontalmente y fichar por todos los medios a ese escalador que marcaba las diferencias. Roberto se cayó en la última curva y perdió la etapa, la única oportunidad que ha tenido de elevarse como ganador de etapa en las tres grandes.

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Los rumores de su fichaje por US Postal no distrajeron su atención aquel verano del año 2000. Kelme tenía claro que el líder debía ser el salmantino por encima de Escartín, que afrontaba sus últimos días en el equipo alicantino. Casero adquirió el maillot entonces oro en la cima de Arcalís tras una ofensiva magnífica del conjunto blanquiverde. Rubiera, Sevilla, Escartín y Heras. Exhibición en toda regla. El siguiente asalto tuvo lugar en los Lagos de Covadonga. Todos sabían que el ataque del escalador iba a suceder y que iba a tener el apoyo de todo sus compañeros, en excelente forma. En la cima, empate técnico y el Angliru como elemento decisivo. Un año antes había ayudado a Heras de forma indirecta con la durísima caída de Escartín, pero en esta ocasión iba a ser un aliado excepcional para asestarle un golpe mortal a Ángel Casero de casi cuatro minutos. La victoria en Madrid fue más que celebrada. Los escaladores habían vuelto a ganar una carrera de tres semanas. Salvando a Pantani, desde Pedro Delgado la afición española no veía a un ciclista tan espectacular ganar la carrera de casa.

El fichaje por Lance Armstrong restó evolución al ganador de la Vuelta a España 2000 en el Tour de Francia. La promesa de que el americano ayudaría al español en la Vuelta y el español al americano en el Tour fue traicionada sistemáticamente. Las lesiones y la irrupción de Levi Leipheimer le alejaron del podio de Madrid de nuevo. El nivel escalador diferencial lo recuperó en 2002. De nuevo el Angliru ejerció su poder y aprovechando la guerra del Kelme, su ex equipo, tomó la delantera en la general. La batalla de La Covatilla ante Aitor González fue insuficiente y el Bernabéu, la meta de la última contrarreloj, le arrebató a un aficionado del Barça su segunda Vuelta. La conseguiría en 2003, con una cronoescalada al Alto de Abantos magnífica y donde machacó al novel Isidro Nozal, la gran sorpresa de la ONCE.

El bloqueo que sufría en el Tour por parte de Lance Armstrong le hizo abandonarle en la temporada 2004. Manolo Saiz hizo un esfuerzo para adquirirle para su nuevo proyecto, el Liberty Seguros, el relevo de la mítica ONCE de Zulle, Jalabert, Beloki y Olano. Su fuerza en la escalada siguió intacta, pero no terminó de rendir en el Tour, donde fracasó. En la Vuelta, de nuevo, batió a un imperial Santi Pérez, que estuvo bien cerca de desbancarle. El duelo con Alejandro Valverde fue más que interesante, pese a que el emergente murciano se desinfló en la última semana. Tercera Vuelta y empate con otro mito, Tony Rominger, en la historia de la carrera.

© Sirotti

Un nuevo año le llevó a repetir los mismos errores. Un nuevo fracaso en el Tour le haría abandonar la idea de triunfar en Francia. En la Vuelta encontró con un durísimo rival en Denis Menchov. El ruso tenía el maillot oro ganado, más aún cuando el español necesitó numerosas grapas para cerrar la herida que una caída le había provocado. La rodilla en carne viva y el líder del Rabobank que le perdonó la vida fueron clave en darle vida de cara a la considerada etapa reina con meta en Brañillín-Pajares. Liberty Seguros diseñó una estrategia que terminó con los pómulos de Menchov hinchados entre la lluvia y la niebla de Asturias. Roberto Heras aparecía con el maillot de la Combinada en la leyenda. Su victoria más hermosa. Empañada por el positivo que oscureció su cuarta victoria. Descalificado primero y nombrado vencedor después de una intensa actividad judicial, para la opinión pública pasó a mejor vida como ciclista profesional. La Operación Puerto fue el remate de un equipo que se vio en el epicentro de la polémica.

Heras dejaría el pelotón para dedicarse a otros retos. La Titan Desert, donde también se ha proclamado multiganador, o retos de toda clase en mountain bike, ocuparon su actividad. Afincado en Barcelona, figura como ganador de cuatro ediciones de la Vuelta a España, un registro que puede ser igualado por Primoz Roglic. Si el esloveno no puede conseguir la gesta, pasará tiempo hasta que alguien amenace el lugar de Roberto Heras en la historia. Un escalador que fue capaz de reconquistar el protagonismo de los especialistas en montaña en las grandes vueltas.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: Sirotti

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