El colombiano del Team Movistar eleva el vuelo sobre el Acebo para conquistar La Vueltina, apelativo cariñoso que los aficionados regalamos a la Vuelta Asturias. Y es que Asturias, allá donde estemos, recibe constantes suspiros que escupen a partes iguales nostalgia por los buenos recuerdos y ruido de páginas de agenda para planear una nueva visita al Paraíso. El legado cultural, paisajístico y social que recibe la organización es magnífico. La marca ya está creada, todo el mundo la conoce. El remix de las montañas con el mar combinan a la perfección a caballo de una gastronomía rica en diversidad. La variedad de subidas que afrontar en asfalto o en tierra abruma. No son montañas muy altas, al menos en los pasos, pero sí lo suficientemente duras para considerarlas un análogo de Los Dolomitas italianos o cualquier cordillera de esa magnitud. Así de espectacular es. San Lorenzo, Ventana, todas las caras del Acebo, todas las de la Cobertoria, Pajares, Trobaniello, el irregular Puerto de la Marta, el Occidente, el Oriente, el Centro, las moles del Gamoniteiro y L’Angliru, la historia y tradición de los Lagos de Covadonga… Y así hasta un infinito de combinaciones que sólo se diferencia de la bonoloto en que aquí toca seguro un recorrido duro, bonito y atractivo.
Y es que la Vuelta Asturias debería tomarse más en serio a sí misma. En otra fecha, tal vez como aperitivo junto a Burgos de la Vuelta a España, tendría mucho más gancho, un papel predominante en lo que se consideraría como un entremés de la tercera gran vuelta del calendario y ofreciendo la posibilidad de incluir cimas que pueden ser ensayadas en la asturiana de cara el mes de septiembre. Una especie de Dauphiné o Tour de los Alpes (otrora Giro del Trentino).
Con poco ya han gozado de ganadores de campanillas. Enlazar los nombres de dos colombianos como Nairo Quintana e Iván Ramiro Sosa con el bravo y emergente italiano del Eolo, Fortunato, y con una de las estrellas del próximo Giro como Simon Yates, qué no será de esta prueba cuando, además de voluntad, cuente con la creencia de que es mucho más que una carrera de tres días que repite recorrido casi por inercia.
Movistar amplía número de victorias más allá de Valverde gracias a un excelso Sosa, que ya empieza a carburar. Tras una irregular y a ratos brillante temporada, el colombiano confirma su candidatura a imponer su jerarquía en el conjunto que el equipo español enviará al Giro de Italia. En otro contexto no habría que sobrevalorar el triunfo, aunque los rivales, que son el verdadero listón, han tenido nivel. Y es lo que ciertamente asusta sobre el buen escalador de Cundinamarca. Imprevisible, parece que cumplirá con ese mismo papel durante la corsa rosa, en la que se encontrará con sus enemigos durante los tres días de ronda asturiana. Hay ciclista. Hay historia.
Transcurre un año más en el que se ha salvado el match ball de nuevo, con una edición exitosa. Se echa en falta que los recorridos nos muestren algo más de variedad, que pese a que tengan la picante que el territorio asturiano siempre ofrece, al menos se respeten los símbolos de la prueba en otro orden y con otros acompañantes. Las variantes del Santuario del Acebo permiten hacer auténticas virguerías. Por ejemplo. Sí, que el pelotón sufre de tal desigualdad que un repecho parte en mil el grupo y desluce la carrera. ¿Pero acaso no sucede ya ahora? Esa sensación de dejadez en la elección de los diseños de las etapas puede ser lo más cuestionable, a sabiendas de la dificultad de continuar con un proyecto que se sustenta en la tradición ciclista de Asturias y el apoyo del que siempre goza nuestro deporte en ella.
Escrito por Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Sprint Cycling Agency / Movistar