Psicología

¿Son los ciclistas de élite inmunes a la presión psicológica?

A raíz del abandono inicial de Simone Biles en los JJOO de Tokio 2020 por problemas de salud mental, aunque posteriormente ha decidido volver a competir en la final individual de barra de equilibrio, se ha originado una cantidad ingente de información y opiniones al respecto.

Unas a favor de su decisión, otras en contra. Algunas que dicen que un deportista de élite tiene que soportar cualquier tipo de presión y que es su día a día. También las hay que humanizan lo sucedido y ven que más allá de una deportista, hay una persona. Y por supuesto las opiniones de los expertos desde el sofá del salón “Si no aguanta que no vaya y se dedique a otra cosa”, “Más dura es la presión de no tener trabajo ni dinero”, “Es una privilegiada que no le falta de nada y no debería quejarse”, “Es una débil”…

Todo el mundo opina al respecto, deportistas profesionales en activo y retirados, espectadores y aficionados, médicos y psiquiatras, periodistas desde deportivos a dedicados al corazón, psicólogos de cualquier disciplina y por supuesto los deportivos… Parece que todos saben qué le pasa, todos tienen su diagnóstico. Yo me pregunto todo el tiempo ¿Realmente alguien sabe qué le pasa? ¿Ha contado ella lo que de verdad sucede más allá de lo que ha dicho en las ruedas de prensa? Todos parecemos tener la respuesta y todos somos expertos…

Voy a hablar en este artículo de lo que supone esa presión psicológica de la que tanto se habla en el deporte de élite, desde el punto de vista del ciclista y del ciclismo, aunque generalizable a casi cualquier deporte.

Y por supuesto, es mi opinión. Seguramente pueda estar equivocado en muchos aspectos, porque nunca hay una respuesta única en este tema, por lo que huyo del dogmatismo y del “Esto es así porque lo digo yo y soy experto en el tema”. Simplemente una opinión más.

  • Cuando un ciclista llega a la élite o a ser profesional, la inmensa mayoría de las veces, es un superviviente. En ese proceso, se han ido quedando por el camino muchos otros como él. Con unas condiciones muy similares, físicas y de talento, de capacidad técnica y táctica, de perseverancia en el trabajo y por supuesto todo lo relacionado con lo psicológico. Y con mucha probabilidad, la diferencia para llegar o no, la marca precisamente esta capacidad psicológica, para aguantar la presión cada día y en las competiciones, controlar el estrés interno y externo, no perder la motivación, tener autoconfianza, etc. Cualquier ciclista que llega a profesional, ha ido pasando por las diferentes categorías inferiores hasta llegar a lo más alto, por lo que se le supone una serie de capacidades psicológicas para haber llegado ahí. Aunque como siempre, hay excepciones, que son de sobra conocidos casos de ciclistas que llegan a la máxima categoría sin ningún resultado destacable, por su apellido e incluso pagando por ello. Y aun así, no es nada sencillo llegar a competir en algunas categorías inferiores, por lo que bagaje de aprendizaje se tiene.
  • Considerar por tanto que un ciclista de élite o profesional puede no saber manejar la presión en general, en mi opinión no es verdad. Ahora bien, es muy diferente decir que no ha sabido manejar esa presión en un momento determinado. Y ahí radica la diferencia y es algo que mucha gente no parece entender.
  • Todos somos humanos con lo que eso conlleva, aunque seas el campeón del mundo o del tour, un gregario, un sub23, un máster o incluso un cicloturista. Y por tanto, aun siendo el mejor en tu categoría o lo que hagas, es humano fallar en algún momento determinado, sea por el motivo que sea. Pensamos a veces que un deportista es una máquina y funciona casi de modo automático. Creemos que por tener un determinado nivel, ese deportista es capaz de controlar cualquier tipo de estrés y no le afecta ninguna situación por la que pueda estar pasando. Por ejemplo, cuando nos fijamos en un ciclista de los más destacados del pelotón, del que sabemos que tiene una posición privilegiada y es de los mejores a nivel mundial, gana muchas carreras importantes, es famoso, tiene éxito social, gana mucho dinero, tiene contrato asegurado por varias temporadas, etc. se produce ese efecto halo por el que todo es perfecto y todas las áreas de su vida lo son, y por tanto es difícil pensar que pueda cometer errores o sucumbir a la presión.

Pero esto obviamente no es así. Puedes haber controlado esa presión a lo largo de tu carrera deportiva con éxito, en campeonatos importantes, en carreras o vueltas de prestigio, etc. y tener confianza en poder controlar esas situaciones. Pero en otro momento, por mil factores que pueden influir, no ser capaz de hacerlo y entrar en un bucle del que a menudo es complicado salir sin ayuda externa o profesional.

Cualquier ciclista, al final, se ve afectado por muchas cosas, tanto internas como externas. Miedo al fracaso o al éxito, lesiones, baja autoestima o confianza, falta de motivación ansiedad precompetitiva, dudas por las expectativas generadas, presiones del equipo, jugarte un contrato nuevo o poder quedarte sin equipo, ambiciones personales, la influencia de los medios de comunicación especializados o no… y otras no directamente relacionadas con el deporte pero directamente ligadas al rendimiento como tener problemas en las relaciones familiares, de pareja o de amigos, enfermedades que puedan padecer los anteriores, dificultades económicas, la influencia actual de las redes sociales… El rendimiento es solamente la punta del iceberg de todo lo que le ocurre en su vida, tanto deportiva como personal. Por supuesto, lo que hay debajo de ese iceberg, lo desconocemos, pero damos por sentado que un mal resultado puede deberse a que no es fuerte mentalmente o no soporta la presión, o se viene abajo en los momentos críticos, etc. que puede ocurrir, pero que no deja de ser algo concreto, en una situación determinada y con una serie de aspectos de la persona también concretos. Si el funcionamiento de ese ciclista siempre fuera de ese modo, no habría llegado a la élite de ninguna manera o no duraría mucho en caso de haberlo hecho. Aunque siempre puede haber excepciones, como es lógico.

Resumiendo para acabar, un ciclista si ha llegado al profesionalismo, ha aprendido a manejar, en mayor o menor medida con éxito la presión psicológica que supone todo ese recorrido. Pero esa capacidad no es inalterable ante cualquier situación, sino que se ve influida por una cantidad ingente de aspectos, deportivos, personales, internos y externos, y por tanto no siempre se va a responder del mismo modo. Por eso, cuando un ciclista por ejemplo falla en una gran vuelta o carrera siendo favorito, hay que intentar comprender que detrás de eso hay muchas cosas que desconocemos y no criticar sin más, que es lo más sencillo. ¿Y todo esto se puede trabajar? Por supuesto. Desde la psicología deportiva, el objetivo principal siempre va a ser el bienestar del deportista, a pesar de la idea errónea que solamente se busca el máximo rendimiento. Para buscar ese bienestar de la persona, que es como va a poder lograr su máximo rendimiento, se trabajan diferentes estrategias y herramientas para que aprenda a gestionar el estrés que origina toda esa presión psicológica. Y aunque ese ciclista haya aprendido a hacerlo a lo largo de su carrera, puede llegar un momento en el que no sea así, por lo que si cuenta con unas buenas estrategias, podrá lograrlo con mayor probabilidad, además de ser consciente de lo que depende de él y lo que no. Y si su problema excede las competencias del psicólogo deportivo y son de índole psicológica, siempre se le remitirá a un psicólogo clínico. De ahí la importancia del trabajo psicológico, ya que no solamente se trabaja cuando hay problemas sino sobre todo para que haya herramientas para su prevención y control.

Escrito por Samuel Arroyo Cabello
Psicólogo Deportivo
psicologiamtb@gmail.com
www.psicologiamtb.com

Foto: @ACampoPhoto

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