Los vaivenes de los equipos a veces traen tiempos de ajuste en los que las piezas tardan en encajar. Cuando el nivel ha estado tan alto, no vale cualquier cosa, y es que no hay que olvidar que el conjunto kazajo ha ganado de todo luciendo su maillot azul cielo. Desde la tres grandes vueltas a monumentos, pasando por carreras de una semana. Los resultados en este 2022 no están acompañando en demasía, aunque es más adecuado señalar que lo que no termina de casar con la filosofía Astana es la forma de tomar presencia en el día a día.
Tanto en el Giro de Italia, donde una leyenda en la estructura de Alexander Vinokourov, el veteranísimo Vincenzo Nibali, como en el Tour, donde Alexey Lutsenko ha firmado un puesto que salva los muebles del desastre, la imagen del equipo ha sido bastante decepcionante. Los resultados en ambas grandes están ahí, no son exactamente malos. Pero la imagen aportada es bastante diferente a la que estábamos acostumbrados a ver de esos corredores que buscaban constantemente el ataque, el movimiento. Una forma de correr que ha resultado siempre muy incómoda para los rivales.

Tanto en Italia como en Francia ha faltado espíritu, no sabemos si de forma aleatoria o buscada. Nibali se aupó al cuarto puesto sin haber propuesto demasiado más allá de la durísima etapa de Turín. Los positivos por Covid ayudaron a que el italiano avanzase posiciones, también hay que tenerlo en cuenta. Pero a Lo Squalo no se le puede pedir más para el Giro de su adiós. A sus casi 38 años está cumpliendo con su última temporada y pocas aventuras le quedan por completar que no haya completado ya.
Lo mismo ha sucedido durante el mes de julio, cuando el equipo tenía el único objetivo de colar al kazajo Lutsenko entre los mejores del Tour, animados por el buen sabor de boca que dejó el ciclista en la edición anterior. Entonces fue apoyado en las fugas, y de la misma manera ha tenido que ser en esta ocasión porque en el tú a tú con los verdaderos favoritos ha demostrado que está a años luz. Noveno, debe darse con un canto en los dientes. Hacer un vueltómano de un corredor que tiene cualidades más bien de hombre de fugas, para pruebas de un día si se quiere, es harto complicado. No es ni el primero ni será el último en fracasar en ese empeño. Hay que entender a su vez que no todos los días sale un ciclista kazajo que destaque en el Tour.
El resto del ocho inicial ha hecho una mala carrera. Se esperaba más de Dombrowski, aunque a decir verdad en su conjunto la alineación del Astana era en sí muy floja en comparación con otras temporadas y con el resto de equipos. La ausencia de un corredor en forma, que realmente marque diferencias en algún terreno y que tenga ese caché para codearse con los mejores es algo que tenían en plantilla y ha faltado. Lástima, porque para ‘Supermán’ López hubiese sido un recorrido ideal. También para un David De la Cruz al que recorridos más cortos y salpicados de dificultades montañosas le hubiese ido bastante bien. Ambos en casa por planificación o por lesión. Ambos, por edad, en el cénit de su carrera profesional.

Ahora que cumplen los dos primeros tercios de la temporada, toca pensar en la recta final, donde el gran objetivo se llama Vuelta a España. El recorrido es cierto que no permite excesivas alegrías para una forma de correr de ataque lejano en alta montaña. Pero sí incluye elementos para estar delante, para transformar cualquier cuesta en un polvorín y poner en apuros al que se ponga en frente. Para ello, el conjunto con sede en Kazajistán alineará un ejército de auténticos francotiradores. Es momento de salvar el año, de quedarse con una sensación diferente y de tapar muchas críticas que se han producido a lo largo de 2022.
Capitaneados por Supermán López, que regresa a la competición en España tras el affaire Movistar tras el famoso “yo me quedo por aquí” y su prolongación con el documental de ‘El Día Menos Pensado’. El ciclista de Boyacá ya pisó suelo español en la Ruta del Sol, donde fue tercero, pero la Vuelta a Andalucía no tiene el peso que sí tiene la Vuelta a España, donde todas las miradas estarán puestas y todos los ojos mirarán con lupa lo que haga Miguel Ángel.
Para acompañarle dispondrán de un elenco de buenos ciclistas, encabezado por el mítico y legendario Vincenzo Nibali. El italiano se despide del ciclismo esta temporada, por lo que pondrá toda la carne en el asador en esta Vuelta para quedarse con una buena imagen y provocar que todo el público que le vio crecer como líder y ganar aquella edición de 2010 disfrute con su presencia. Junto al siciliano estará De la Cruz, cerrando el tridente que fue alineado en el Giro y que por caídas o enfermedad no ha podido rendir en sintonía. De ese modo, el español, que es un habitual de la ronda hispana, en la que suele mostrarse bastante ofensivo, será un ciclista clave en la estructura. Tanto para atacar como para defender, el catalán será un corredor muy a tener en cuenta.

No hay que obviar que el líder absoluto será y deberá ser Miguel Ángel López, pese a que su presencia en la salida de Utrecht está comprometida a que se resuelva la acusación de presunto tráfico de medicamentos. Su trayectoria en la Vuelta y en las grandes vueltas le avala. Es una bomba de relojería en montaña, donde puede hacer perder la carrera a cualquiera. Y es ganador. Le estarán echando bien de menos en su anterior equipo, junto al que escribió una página de historia de la prueba a base de ganar en el entonces inédito y siempre durísimo Gamoniteiro, y protagonizar el show que dio con el colombiano bajándose de la bicicleta y su equipo, el Movistar precisamente español, luchando para que no se bajase de la carrera en un momento donde el de Pesca estaba perdiendo su tercera plaza del podio.
Este temperamento le ha jugado malas pasadas, como la ocasión en la que un aficionado italiano casi recibe un puñetazo en la cara por parte del ciclista tras tirar al líder del Astana. Esa gestión de la frustración es lo que hace de éste un ciclista diferente e imprevisible. Justo lo que más necesitan equipos que han tenido papeles muy secundarios en las grandes carreras hasta la fecha.
Por otro lado, está la información que salió durante la última semana del Tour que sugería que el colombiano podía estar siendo investigado por tráfico de medicamentos. Desmentido por el corredor y liberado por la Guardia Civil, una vez se aclaró el asunto, aunque aún está por aclarar con Astana, que lo apartó del equipo en espera de cerrar el caso. Lo que parece seguro es que Miguel Ángel no traerá tedio jamás, sea cual sea el equipo en el que habite.

Tan necesario el escalador boyacense en el ciclismo actual que se le ha echado de menos en este tiempo que las caídas le han lastrado. Siempre al ataque, siempre ambicioso. Ningún rival duerme tranquilo si le tiene a él enfrente. Ahora Astana, además, necesita de sus capacidades para superarse a sí mismo para salvar una temporada que un equipo acostumbrado a estar en la cima no puede considerar hasta ahora como satisfactoria.
Veremos qué tal vuela su capa. La pena es el terreno que tiene por delante, que sólo permitirá ataques cercanos, un hábito que a López le suele ir menos. Por eso su desencuentro en la pasada temporada con su anterior escuadra. El regreso del hijo pródigo debería significar el fin de las excusas para que su rendimiento sea óptimo y que se respete su jerarquía dentro de la escuadra. Ahora sí, Astana, como comentábamos, parece haber cambiado bastante desde que el colombiano se marchó. La Vuelta nos dirá. Si es que finalmente hay Vuelta, que en estos momentos no parece del todo claro.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto de portada: ASO / Pauline Ballet