El ex ciclista francés es bien recordado por su presencia en carrera más que por sus victorias, aunque Sylvain Chavanel también tiene en su palmarés algún que otro día de gloria de gran relevancia, sobre todo en el Tour de Francia. Un ciclista que comenzó sobrio, sin alardes ni ornamentos, pero del que se hablaba sobremanera, sobre todo en ese mítico equipo del Vendée que sigue hoy día dando esperanza ciclista a tantos y tantos corredores de la zona. El que hoy es Total Energies y antaño fue el Bonjour, ese conjunto de trotones que se escapaban cada día en el Tour durante los primeros años 2000.

Hermano de Sebastien, también ciclista profesional y con el que ha coincidido en algunas ocasiones, Sylvain no tuvo más remedio que crecer. Su marcha al Cofidis fue vista como el paso natural de un súper talento que no podía ser retenido por mucho más tiempo. Aunque el gran grueso de victorias lo iba a lograr en esos equipos de primera fila en los que despuntaría después, en esa primera etapa con Jean René Bernaudeau, mítico director deportivo, se hizo con la victoria en el Tour de Bélgica, en Haut Var o en los Cuatro Días de Dunkerque. Pruebas de prestigio todas ellas dentro del calendario europeo y que no eran nada fácil de conseguir, mucho menos formando parte de un conjunto tan modesto.
Chavanel demostró así su valía y saltó al Cofidis. Todavía francés, pero su fama iba a cruzar en esta ocasión más fronteras y de ese modo viviría una primera transformación en ciclista esperanzador en esa carrera tan francesa de buscarle sucesor a Fignon e Hinault. Durante un tiempo fue el ‘Mesías’, pero nunca llegó a colmar las expectativas de ese molde, muy alejado de lo que era un gran ciclista, con muchas cualidades para la contrarreloj, los descensos y la media montaña, pero nunca para la alta. Grandes puertos que se le solían resistir, pese a alguna intentona aislada que funcionó bien.

En contrarreloj fue seis veces campeón de Francia, mientras en ruta sólo consiguió un título. Siete en total que sumar a los tres que logró en pista (uno en madison y dos en persecución). Un atleta versátil que se obcecó por ganar etapa en el Tour. A la octava fue la vencida y tras siete participaciones con múltiples intentos en escapada totalmente infructuosos, iba a batir a Jeremy Roy para alzar los brazos en Montluçon, justo cuando pensaba que en esa edición también se iba a marchar de vacío. Era la 19ª etapa y restaban una contrarreloj, donde sobrevolaría Cancellara, palabras mayores, y el sprint final de París.
En esta etapa, el nivel de sus victorias se elevaría un tanto: etapa en París-Niza o Volta a Catalunya, la Dwars Door Vlaanderen, que degustó en solitario, o la Flecha Brabançona, que arrebató a ilustres del momento como Gilbert o Flecha. Lo que le faltaba ya era rendir en las piedras, así que Omega Quick Step (Lefevere) le reclutó para estar durante cinco temporadas en la élite del ciclismo mundial. Con ese maillot ya se destapó en escenarios como Flandes (donde llegó a ser segundo) o San Remo (cuarta posición). Su papel de vueltómano quedó enterrado con su periodo en Cofidis, donde logró ser líder de la Vuelta a España o de asomarse a su top ten. Pero ése no era su cometido.
Su cometido era regalar clase día a día en la escapada del día. No valía cualquier presa, poco a poco se fue haciendo sibarita de la victoria y los escenarios fueron seleccionados con mimo. Su problema fue la coincidencia con tantas otras estrellas que tapaban su brillo. La marcha al idealista proyecto de IAM Cycling se debió a este hecho, aunque en el conjunto suizo regresó de nuevo al triunfo en el ámbito nacional más que internacional. De hecho, de un total de 48 victorias, únicamente tres fueron en otro territorio que no fuese Bélgica… o Francia.

Después, tras dos años de aventura helvética, era tiempo de regresar a casa. El equipo de la Vendée había pasado por múltiples etapas, patrocinadores y un montón de estrellas rutilantes que fueron heredando el título a príncipe del ciclismo francés. A su regreso, el equipo era el Direct Energies, el Total Energies de 2023. Poco a poco su mecha se fue apagando y fue acercándose a un ocaso que llegaría nada menos que en 2018, tras un total de diecinueve temporadas en activo, aunque las dos primeras tuviesen lugar en el segundo equipo del Bonjour.
Había corrido con los más grandes, se había desarrollado en los mejores escenarios. No fue el corredor que mucha gente soñó, por supuesto, pero sí que fue uno que supo construirse a sí mismo, conociendo dónde estaban sus límites y adaptando el punto de mira a sus condiciones. Ese realismo le hizo encontrar un hueco, un leitmotiv en el ciclismo que le aportó pronto su ubicación dentro del ciclismo profesional y hacerse así uno de los ciclistas más afamados del pelotón internacional. Y uno de los más respetados y admirados.
Un corredor que hoy día mencionan algunos ciclistas como su referencia cuando crecían. Seguro de que en la Vendée había y habrá más de un corredor que se subió a una bicicleta porque querían llegar a ser como Sylvain. Pero de lo que no cabe duda alguna es de que ninguno/a de ellos fue como Chavanel, porque el ciclista nacido en Châtellerault era único en su especie e inimitable. Por eso hoy le recordamos como el gran campeón que fue, pese a que no fuese el campeón que mucha gente esperaba que fuese.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Sirotti
Soberbio