Taco, el ciclista con el nombre de pila más divertido, consagró su carrera al vencer en la tercera etapa del Giro de Italia 2021. Siguiendo la tradición holandesa, se trata de un corredor espigado, llaneador hasta la extenuación, pelo rubio corto, oreja grande y diente largo. Un ciclista de pocos días de gloria, si bien el destino parece haber elegido muy bien cómo lanzarle a la fama definitiva con una victoria épica, de las que se recuerdan pese a no tratarse de ninguno de los grandes capos del pelotón internacional. Su agonía en el esfuerzo tras una escapada de raza, de las que sienten el aliento de los sprinters en el cogote acercó al foco del aficionado y mostró gran simpatía por su victoria, siendo una de las mayores atracciones de la primera semana de Giro. Desde ese día, Canale ocupará un lugar importantísimo en su recuerdo.
Su otra victoria de prestigio tuvo lugar en una carrera donde es aún más difícil ganar. El antiguo Tour del Benelux (actual BinckBank Tour) del año 2018 tuvo al ciclista de Rotterdam como fiel protagonista. Los velocistas afilaban el cuchillo, pero la fuga aún conservó un minuto para decidir quién levantaría los brazos entre sus cinco integrantes. Entre ellos la nada despreciable presencia de Mohoric, ciclista de gran clase e instinto que acabó vestido de amarillo tras aquella escapada y que terminó por conquistar al final de la carrera. Taco resolvió magníficamente y subió al podio como brillante ganador de la etapa que llegaba a Amberes. Posteriormente al final de aquella temporada firmaría por el poderoso Jumbo-Visma en el que permaneció dos años procedente del Roompot neerlandés.
Debe ser su ímpetu por ganar, su forma de mostrar interés y devoción por cada pedalada en las fugas, pero hay algo que te hace ir con él, que te engancha. Algo más allá de su nombre, claro, que al mismo tiempo permite numerosas imaginaciones como no permite en absoluto confusión. Esa transmisión en las fugas es muy necesaria en estos días en los que la combatividad es un debate constante encima de la mesa por su ausencia.
Otro de sus encantos es lo exótico de sus equipos. Salvo el Jumbo-Visma, donde tampoco terminó de encontrar su lugar, el resto nos remontan a los tiempos previos al World Tour donde equipos como el Wanty y sus evoluciones protagonizaba las clásicas del centro y norte de Europa con las condiciones más grises que fueran posibles y ante los mejores corredores del momento en esas pruebas, incluyendo a los asustados que no estaban acostumbrados a correr ante los crecidos ‘modestos’ de las carreras de un día.
Y es que está ese sabor añejo, esa nostalgia por un ciclismo más desconocido, donde las redes sociales y las tecnologías no nos destripaban el encanto de no conocer a todos los integrantes de las fugas. O el de ver carreras menos evidentes y encontrarse con una batalla sin cuartel protagonizada por ciclistas de segunda o tercera fila a los que después cuesta brillar en las pruebas de más prestigio. Taco recoge todo eso, formando parte además de uno de los equipos clásicos que huele a ese ciclismo.
Texto: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti