Hablamos del anterior proyecto de Euskaltel, ese que nos trajo a esa gran generación de ciclistas que lideraron el ciclismo desde diferentes frentes. Tarik Chaoufi, ciclista marroquí que recaló en la estructura vasca en 2013, fue uno de los beneficiados por el disparate en que la UCI convirtió la elaboración de las plantillas, sumando puntos de corredores con un nivel y calendario bastante inferior al europeo. Los que quisieran sobrevivir a tal engendro para seguir en el Pro Tour (denominación de entonces para el World Tour) tenían que sumar puntos de donde fuese. Lo que no se esperaba Euskaltel es que aplicarlo y fichar corredores de aquí y de allá saltándose a la torera los principios de su histórica filosofía iba a conducirles al abismo precisamente un año más tarde.
El desencadenante de una auténtica marea contra esta política del ‘todo vale’ se iba a encarnar en un suceso que iba a colmar el vaso de agua. Amets Txurruka tuvo que emigrar a Caja Rural siendo uno de los ciclistas más queridos del equipo y uno de los ídolos de la afición. Era necesario dejar salir antes de entrar, por lo que para que un andaluz, un alemán, un griego y un marroquí aportasen sus puntos, iba a haber una limpia de ciclistas vascos. Fueron días convulsos en esa casa, en la que se recogieron varios manifiestos de protesta por la decisión. Algunos silbidos se escucharon contra el coche de Euskaltel, nunca hacia sus ciclistas, mucho menos los fichados con polémica, no era su culpa en absoluto y la afición no dirigió hacia ellos su ira, todo lo contrario.
Tarik Chaoufi venía de ser campeón de Marruecos, ese país que tan de moda está por sus aventuras futbolísticas. También de llevarse una etapa de la exótica Tropicale Amissa Bongo, lo que disparó su fama en ese circuito b (ó c) del calendario internacional. Firmó por los naranjas únicamente para la temporada 2013, pero a mediados de agosto el contrato expiró. El rendimiento no fue ninguna maravilla, sin terminar varias pruebas como la Vuelta Asturias, Volta Catalunya o Vuelta a Murcia. La Vuelta a Madrid, de una categoría muy inferior, fue terminada en el puesto 71. En el Nacional de su país fue séptimo. Un rendimiento mejorable, fuera de toda duda. Pero tampoco nadie esperaba un mejor resultado de Chaoufi, que también sabía que su fichaje estaba falto de confianza y que únicamente se le abría una puerta debido a los borrones de la UCI y las necesidades de un proyecto absolutamente desdibujado y desesperado.
Tarik ha seguido compitiendo después, alejado de los focos y las grandes carreras. Pasó a un equipo marroquí, donde ganó el Challenge du Prince, en su país natal. Fue su último buen resultado conocido, un año 2014 donde recondujo su carrera hacia ese panorama continental olvidado para el gran público, pero que al final le permitió seguir siendo ciclista alejado de circunstancias como el maldito huracán que le trajo el profesionalismo en Euskaltel. Más tarde, en una carrera algo discontinua, firmó por varias temporadas con el Sidi Ali de Marruecos, donde llegaron a formar también ciclistas de otras nacionalidades como un griego, un iraní, un turco e incluso un colombiano. Parece que el conjunto africano sigue adelante en 2023, pero parece que Chaoufi cuelga la bicicleta y finaliza aquí una interesante trayectoria en la que fue famoso por un tiempo, el que tardó Euskaltel en traicionar sus principios y lanzarse a una aventura que acabaría realmente mal.
Escrito Lucrecio Sánchez
Foto: Euskaltel