Historia

Tour 1904 y la victoria del quinto. De Garin a Cornet.

En las últimas décadas, el palmarés de Tour de Francia aparece con más asteriscos que estrellas hay en el firmamento. Entre descalificados, recalificados, resultados desiertos, triunfadores dudosos… la transición del s.XX al s.XXI fue tan convulsa como confusa.

Sin embargo, no es nada extraño en la historia de la más grande de todas las carreras ciclistas. La Grande Boucle siempre desata pasiones. Y en los tiempos en los que la televisión era una utopía y Twitter una entelequia la polémica y las rencillas entre aficionados y competidores se resolvían con métodos bastante más “directos”. Quizás, después de este viaje en el tiempo, podamos agradecer que existan redes sociales para que trolls, guardianes de la moral y censores varios, puedan canalizar su furia contenida de una forma algo más inocua.

Este 3 de marzo se cumplen 150 años del nacimiento del primer ganador del Tour, Maurice Garin. Quince días después, el 18 de marzo, recordaremos los 80 años de la muerte de Henri Cornet, quien figura en los libros de historia como el ganador más joven de la Historia de la ronda gala. A sus 19 años, Cornet resulta como el triunfador en la edición de 1904, pese a haber sido el quinto corredor con menor tiempo acumulado en las seis etapas de esa edición.

Sí, hemos dicho bien, el quinto. Como si Haimar Zubeldia fuera recordado como el vencedor del Tour de Francia de 2003, por poner un ejemplo. El 30 de noviembre de 1904 Henri Cornet era declarado vencedor de una edición que había terminado el 23 de julio con Maurice Garin anotándose, por entonces, su segundo triunfo consecutivo.

Aquella edición de 1904 pudo ser la última, ante el caos que se vivió durante seis demenciales etapas a lo largo de tres semanas. Otra cosa a la que nos ha acostumbrado esta legendaria carrera, pues muchas veces hemos vivido ya la “muerte” del Tour y el fin del ciclismo. Una prueba capaz de sobrevivir a escándalos, guerras, EPOs, huelgas, pandemias y todo lo que se le pone por delante.

La segunda edición del gran invento de L’Auto y Henri Desgrange, se había convertido en un objetivo ansiado por los grandes del pedal. El éxito de la primera edición hacía que muchos quisieran escribir su nombre en el palmarés de la carrera de moda. Así, desde el primer día se acumularon los ardides y las tretas más sibilinas. Desde los por entonces clásicos clavos en las carreteras, hasta ataques, peleas y amenazas.

Como en la segunda etapa, 374 km entre Lyon y Marsella, cuando en el Col de la République, ataca el corredor local Alfred Faure y, tras su paso, una turbamulta de sus paisanos cierra el paso a los rivales a base de golpes. El italiano Giovanni Gerbi se rompe un dedo y debe abandonar. Maurice Garin recibe amenazas de muerte. La organización se ve obligada a disparar al aire desde los coches oficiales para dispersar a las tropas “fauristas” y poder continuar con la disputa de la etapa.

Pero el gran casino, como dirían los italianos, se produjo al inicio de la tercera etapa. El Tour de Francia se disponía a tomar la salida en Marsella rumbo a Toulouse, con los ánimos muy caldeados tras la descalificación de Ferdinand Payan por utilizar a un corredor no inscrito como gregario. El corredor de Arlès, furioso, había jurado venganza, y a bien que se la cobró en aquella salida. Auténtica batalla campal digna de las famosas bagarres de la aldea gala de Astérix. Se cuenta que incluso algunos ciclistas tuvieron que hacerse pasar por camareros de los cafés de la zona para salvar sus huesos. De nuevo los revólveres tuvieron que aparecer en escena para disolver a las enfurecidas masas.

Con este panorama, no extraña que al término de la ronda francesa, el patrón Henri Desgrange declarara que “El Tour se muere de éxito, de las pasiones ciegas que ha desencadenado, de las injurias y de las sucias sospechas que han infundido algunos ignorantes y ruines […] Dejaremos por tanto a otros afrontar aventuras similares al Tour de Francia; nosotros para el año próximo estudiaremos si hay forma de sacar adelante otras ideas”.

Cuatro meses después del final de la carrera, que suponía la segunda victoria de Maurice Garin, salta la sorpresa. La Unión Velocipédica Francesa resuelve la descalificación de seis de los diez primeros de la ronda gala de 1904. Maurice Garin recibirá además una sanción de dos años de inhabilitación, tras la cual pondría término a su actividad ciclista. Su compañero Lucien Pothier, segundo en el podio final, será sancionado de por vida. Se quedan fuera de las clasificaciones también, César Garin, hermano de Maurice, e Hippolyte Aucouturier, quien había ganado cuatro de los seis parciales. Tampoco se libran de la quema el séptimo y el octavo, Philippe Jousselin y Camille Fily.

Lo más curioso del caso es que nunca han llegado a transcender las razones de esta masacre clasificatoria. Sabemos que se basaron en informes de comisarios y en diferentes reclamaciones, pero nunca se hizo público el fallo o la justificación de las sanciones por parte de la UVF. Desde ayudas externas a posibles recortes de etapas en transportes motorizados, las sospechas sobre las tretas de los sancionados llenaron muchas páginas. Seguramente, en vista del desarrollo de la carrera, el espíritu ejemplificador tuvo mucho peso; pues finalmente, a pesar del disparate continuo en que se había convertido aquella segunda edición, el Tour siguió delante de la mano de Henri Desgrange.

Henri Cornet se convertía de este modo en el triunfador de la clasificación final. A sus 19 años lograba su mayor éxito deportivo. Dos años después sería ganador en la París-Roubaix. Pero en la Grande Boucle, la ronda que le hizo eterno, nunca volvió a asomarse al pódium, siendo su mejor clasificación el octavo puesto de 1908. El estallido de la I Guerra Mundial y recurrentes problemas cardíacos acabaron con su carrera. Su corazón se apagó en plena cirugía un 18 de marzo de 1941.

Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)

Fuentes:
Le Monde
lagrandeboucle.com

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