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Tour de Francia: la incipiente crisis de los países tradicionales en el ciclismo

El Tour de Francia es la carrera de referencia para el ciclismo. Es la vara de medir de las cosas. Ese objetivo que algunos afrontan de primeras, como se afronta el destino, de frente, y otros que lo evitan para buscar aquello del momento adecuado, que en muchas ocasiones es la muerte a pellizcos, marear para acabar en la opción número uno, que es afrontar el destino, de frente, pero algunos años más tarde.

Los llamados países tradicionales en el ciclismo son Italia, Francia, España, Bélgica, Holanda (ahora Países Bajos), si se quiere Luxemburgo y si se quiere Suiza. Por aquello de que ha sido común conocer campeones de todos estos países desde hace cada vez más décadas. Otros países como Reino Unido, Estados Unidos, Dinamarca o Eslovenia se han sumado hace relativamente poco a la presencia masiva de sus ciclistas en las carreras más prestigiosas. En el Tour de Francia, por ejemplo.

Para comparar datos y ofrecer esa preocupación en números, primero hablaremos de un sencillo gráfico que muestra el número de victorias en la gran prueba francesa, con el país anfitrión a la cabeza con 36, Bélgica con justo la mitad en segunda posición, España en tercera con 12 e Italia en cuarta con 10. En quinta posición se encuentra Reino Unido, sumando las cuatro victorias de Chris Froome a las dos de Wiggins y Thomas, que han tenido lugar entre 2012 y 2018 de forma casi ininterrumpida. Luxemburgo se encuentra en la sexta posición, EEUU en séptima y por detrás vienen cuatro países empatados a dos victorias. Hay cuatro países más cuyos corredores se han impuesto en la ronda gala en una ocasión: Colombia, Irlanda, Alemania y Australia.

Hasta ahí la contextualización. La globalización es un hecho, hay federaciones que se han incorporado al primer nivel y ciclistas que en las carreras más prestigiosas ya han sumado a muchos más países a la fiesta del ciclismo. Es así y hay que celebrar que nuestro deporte amplíe fronteras, que sumen competitividad y la lucha sea más repartida. Eso sí, a costa de debilitar la influencia y resultado de los países de mayor tradición en el mundillo ciclista, que llevan ya unos cuantos años sin ganar la vuelta grande por excelencia, el Tour de Francia.

Suiza, si se le considera una potencia tradicional, no vence en París desde 1951. Curiosamente, en 1950 se produjo la primera victoria de un suizo en la carrera. Son 72 años desde entonces. En segundo lugar se sitúa Bélgica, que en 47 años sólo ha añorado la gesta de Lucien Van Impe en 1976. Evenepoel parece remedio para ello, pero por el momento es de los que ha elegido retrasar su irrupción en el Tour. Países Bajos tiene una situación más preocupante, aunque no es un vencedor tradicional del Tour. Dos victorias desde 1903, la última en 1980 a cargo de Joop Zoetemelk. Tom Dumoulin fue segundo en 2018 y pudo haber sido un contender bastante decente.

Francia tiene la papeleta más complicada. Son ya 38 años sin victoria en París, con algún segundo puesto intercalado, pero ninguna opción real de haber aspirado al primero. Parece que será así durante algún tiempo, si bien nunca puede predecir cómo puede evolucionar el ciclismo de aquí a cinco años vista. La presión mediática ha generado ansiedad entre la opinión pública, trasladada a los corredores que han intentado echarse a hombros esta cuestión. El resultado, el que se puede observar.

Estados Unidos se ve perjudicado por el affaire Armstrong. Sus siete victorias eliminadas ubican los tres títulos de LeMond como único legado hasta la fecha. La última victoria data de 1990, por lo que son ya 33 los años que han pasado desde entonces. España ganó por última vez con Alberto Contador. Sumó cinco victorias seguidas con Induráin y cuatro con tres corredores diferentes entre 2006 y 2009. Podían ser cinco, pero el madrileño fue descalificado del Tour 2010 por dar positivo. 14 años cumplen de la última victoria española. Tampoco parece que haya opciones reales de luchar por esa victoria a corto plazo.

Luxemburgo ha ganado 5 ediciones con cuatro corredores distintos. La última, en 2010 y a cargo de Andy Schleck. Han pasado 13 años de ello, que para ser un país tan pequeño y que pese a la calidad de sus ciclistas no ha aportado históricamente tantos ciclistas al pelotón, es un buen lugar. Italia surge como último país tradicional en haberse hecho con la victoria en el Tour, a cargo de Vincenzo Nibali en 2014. La anterior data de 1998. Y la anterior de 1965. Han pasado nueve años de la última y parece que aún pasarán bastantes más hasta ver la tricolor en lo alto de los Campos Elíseos.

Por supuesto, los últimos ganador del Tour representan a países más recientes en su incorporación al palmarés: Dinamarca, Eslovenia, Colombia y Reino Unido. Australia ganó una vez en 2011 (hace 12 años) y Alemania en 1997 (hace 26 años). Los tiempos han cambiado y ahora los grandes candidatos vuelven a ser danés, esloveno o ecuatoriano. Los demás, en principio, no entran en las quinielas. Aunque todo puede pasar el próximo mes de julio, no cabe duda.

Nibali (italiano), Peraud y Pinot (franceses), en el podio del Tour 2014, el último con los tres integrantes de países tradicionales © Sirotti

Lo que este sencillo análisis viene a demostrar es el cambio de tiempo, la incorporación de nuevos países a la élite del ciclismo y el retroceso de los países más tradicionales en esas viejas aspiraciones. Los más grandes talentos de Bélgica, por ejemplo, como puedan ser Evenepoel y Van Aert, se han dedicado hasta la fecha a otras carreras o a disputar el Tour sin afán de victoria, conformándose con clasificaciones secundarias o realizando labores de equipo que les han alejado de estas aspiraciones. Capacidad tienen para intentar subir al podio de París, hecho que para un belga no sucede desde 1981 (Lucien Van Impe).

Sólo unos pocos que pudieron dominar en Italia traspasaron esa superioridad al mes de julio. La celebración de su carrera fetiche en mayo les ha perjudicado a la hora de brillar en el Tour. Si observamos la trayectoria de los italianos, llama la atención que en la actualidad hayan perdido el timón incluso en la ronda de tres semanas celebrada en su país. Seis años sin victoria en el Giro de Italia para los transalpinos, que consiste en el periodo más largo de la historia.

Qué decir de España, en una situación totalmente parecida. Su dominancia en la Vuelta a España pasó a mejor vida, así como su presencia en los puestos más altos del Tour. Si un ciclista español no gana una grande en 2023, sería el periodo más largo en la historia de su ciclismo sin ganar una vuelta de tres semanas. Un dato preocupante y que deja bien a las claras por un lado el mal momento del ciclismo español, y al mismo tiempo el buen momento que viven otros ciclismos. En el caso de ambos países se puede utilizar la palabra crisis, quizá más aún en el italiano, donde no se atisba un relevo ni siquiera lejano y la escasez de equipos de élite frena mucho la progresión que antaño sí se producía.

Un esloveno, un danés y un galés copan el podio del Tour 2022 © ASO / Ballet

Francia es la que más preocupa al mismo tiempo que es uno de los países con mejor salud en su ciclismo. Muchos equipos en la máxima categoría (cuatro) y en todos ellos un buen ramillete de corredores. Quizá todavía no ganadores de Tour, pero sí son combativos, corren sin mucho complejo y de vez en cuando regalan victorias muy importantes, como el Mundial por partida doble a cargo de Julian Alaphilippe. No todo van a ser grandes vueltas ni Tour de Francia.

Bélgica está en otro nivel. Parece haberse conformado ya con un papel secundario en según qué escenarios y ya ni siquiera hay presión mediática para relevar a Eddy Merckx. Países Bajos, más o menos igual, si bien la cantidad de grandes ciclista que produce es algo menor que la de sus vecinos, que van linkeando etapas a base de grandes campeones de las pruebas de un día: Museeuw, Gilbert, ahora Van Aert y Evenepoel, etc. Van der Poel absorbe toda la atención de los neerlandeses. No es poca cosa, porque se trata de corredores de los que se hablará dentro de cien años. Pero el Tour cae lejos de sus objetivos.

Suiza atravesó una época magnífica con Zulle, Dufaux y Rominger. Más tarde también con Cancellara, aunque con otros menesteres. Sin embargo, su único campeón del mundo fue Oskar Camenzid (1998). Todos alejados del maillot amarillo, que entre los candidatos al Tour sólo pudo vestir Zulle y en épocas tempranas de las ediciones de 1992 y 1996. Bertogliati y Cancellara (27 días) también lo hicieron, pero sus metas eran únicamente brillar en esos primeros días de carrera para después liberarse en ayuda de sus líderes.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: Sirotti

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