El pasado 1 de marzo, la Unión Ciclista Internacional emitía un comunicado en el que tomaba medidas contra las federaciones de Rusia y Bielorrusia por la situación en Ucrania. Para el ciclismo de carretera masculino, eso ha supuesto la pérdida de la categoría UCI del único ProTeam ruso, Gazprom-Rusvelo, y de los equipos continentales Vozrozhdenie de Rusia y Minsk Cycling Club y CCN Factory Racing de Bielorrusia, equipos que no podrán participar así mismo en pruebas de categoría UCI. Igualmente, quedan cancelados los campeonatos nacionales y la única prueba de ciclismo en carretera de categoría UCI de estos países, los Cinco Anillos de Moscú 2.2., que iba a disputarse entre el 8 y el 12 de junio de 2022. Por contra, el Tour de Lviv Region 2.2. y las pruebas de un día en Kiev, Kyiv Cup, Kyiv Green Race y Kyiv Speed-Challenge 1.2., que estaban en el calendario UCI de mayo en Ucrania, no han sido anuladas, pero hoy por hoy, con los bombardeos, tienen nulas posibilidades de disputarse.
El ciclismo de estos países, hasta la caída de la URSS en 1991, vivió una época dorada en las décadas de los años 70 y 80 del siglo XX, sobre todo en pruebas que entonces eran de categoría amateur como la Carrera de la Paz, la Milk Race o el Tour del Porvenir. Ahí estaban estrellas como el campeón olímpico Sergei Sukhoruchenkov, nacido en Komarichsky, muy cerca de la frontera entre Rusia y Ucrania. En los años 1989 y 1990, el equipo Alfa Lum sirvió de escuela y transición para unos años noventa llenos de estrellas ex-soviéticas, ya que por el equipo con sede inicial en San Marino pasaron, entre otros: los rusos Dmitri Konychev, Asiat Saitov, Ivan Ivanov, Sergei Uslamine y Oleg Iarochenko; los ucranianos Vladimir Pulnikov, Viktor Klimov, Vasily Zhdanov, Oleg Chuzhda y Alexandre Zinoviev; los bielorrusos Oleg Logvin, Uladzimir Murauski e Igor Sumnikov; los letones Piotr Ugrumov y Ouldis Ansos; el lituano Gintautas Umaras; el kazajo Nikolai Golovatenko; el uzbeco Djamolidine Abdoujaparov; y, por supuesto, Andrei Tchmil, un ciclista nacido en Khabarovsk (Siberia, Rusia), de madre ucraniana de Odessa y padre ruso, que creció entre Crimea y Moldavia y ha tenido pasaporte soviético, moldavo, ruso, ucraniano y belga. Piotr Ugrumov, por su parte, compitió como soviético, letón y finalmente como ruso. Sirvan todos estos ejemplos para dar cuenta de que sancionar en función de la nacionalidad o licencia puede ser injusto teniendo en cuenta que, desde hace muchos años, la mayoría de competiciones ciclistas, a excepción de mundiales y Juegos Olímpicos, se disputan entre equipos de marcas comerciales, no entre países.
Detrás de cada ciclista hay una persona, no simplemente una bandera. Para este artículo hemos echado un vistazo a las redes sociales y las declaraciones en los medios de varios ciclistas ucranianos, rusos, bielorrusos ante la invasión rusa en Ucrania. Empecemos con los tres ciclistas que representaron al Comité Olímpico Ruso (ROC) en los últimos Juegos Olímpicos en Tokio, en 201: Vlasov, Sivakov y Zakarin.
Aleksandr Vlasov, nacido, como Ekimov y Berzin, en Vyborg, una ciudad báltica que fue finladesa hasta 1940, corre para Bora en 2022, tras su paso por Gazprom y Astana. Vlasov se ha manifestado abiertamente contrario a la guerra en Ucrania: “Yo, como muchos rusos, solo quiero la paz. No soy una persona política y a la gente normal como yo no se le preguntó si quería una guerra. Ha sido un shock para todos y espero que se detenga lo antes posible. Es una situación difícil para todos. Lo siento por todas las personas que están sufriendo y espero que pronto haya paz. Soy un deportista y mi objetivo debería ser unir a las personas más allá de las fronteras políticas, en lugar de dividirlas. Creo que ese debe ser el papel del deporte.”
Pavel Sivakov también se ha declarado en contra de la guerra en Ucrania: “Han sido unos días difíciles viendo lo que está sucediendo actualmente. En primer lugar, solo quiero decir que estoy totalmente en contra de la guerra y no puedo entender lo que está sucediendo en Ucrania, todos mis pensamientos están con el pueblo ucraniano. En segundo lugar, también quiero que la gente entienda que la mayoría de los rusos solo quieren la paz y nunca pidieron que todo esto sucediera, no deberíamos ser objeto de odio solo por nuestro origen. Sé que estas pocas líneas no harán una gran diferencia en la situación actual, pero solo quería compartirlas.” Sivakov ha cambiado desde el 4 de marzo de 2022 la nacionalidad con la que compite, francesa después del inicio de las sanciones a la Federación Rusa. Su vínculo deportivo con Rusia ya era escaso, puesto que, aunque ha representado a Rusia en campeonatos mundiales, solo ha corrido en Rusia como profesional en el Campeonato Nacional de 2018 que se disputó en Kursk, cerca de la frontera con Ucrania. Pavel es hijo de dos ciclistas rusos, pero nació en el Véneto, Italia, y creció entre París y Soueich (Haute-Garonne). El corredor de Ineos ya ha manifestado su intención de competir con Francia, si es seleccionado, en mundiales y en las próximas olimpiadas. Como curiosidad, otro posible representante ruso, Alexander Konychev, no ha tenido que cambiar de nacionalidad como Sivakov: nació en Verona y siempre ha competido como italiano. Su padre, Dmitri Konyshev, es director del Gazprom-Rusvelo y antes lo fue del Katusha.
Ilnur Zakarin, nacido en Náberezhnye Chelný, en la República de Tartaristán, lleva años viviendo en Limasol, en la isla de Chipre. Ganador de dos etapas en el Giro de Italia y de una en el Tour de Francia, podio también en la Vuelta a España 2017, Zakarin anunció en enero que se retiraría al final de 2022. Las sanciones de la UCI implican muy probablemente para él una retirada forzosa anticipada. Ilnur ya vivió problemas con las sanciones al deporte de Rusia y valoró competir por Chipre en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aunque finalmente participó con el ROC. Zakarin corre desde 2021 para el Gazprom-RusVelo. No está clara la posición de Zakarin, como tártaro musulmán, en el conflicto Rusia-Ucrania, tampoco se ha pronunciado sobre ello en las últimas semanas.
Es significativo que ninguno de los ciclistas rusos de Gazprom haya hecho ninguna declaración en redes sociales ni medios de comunicación durante estas semanas. Es el equipo asociado a la federación ciclista rusa, aunque algunos de sus ciclistas, al igual que Zakarin, viven fuera de Rusia desde hace tiempo, como Dmitriy Strakhov y Sergei Chernetski, en España, o Ivan Rovny y Artem Nych, en Italia. Sí se ha manifestado Renat Khamidulin, el mánager general de Gazprom, desde Brescia: “La UCI mencionó que dos cosas no estaban bien: el patrocinador Gazprom y el nombre RusVelo, que recuerda a Rusia. El equipo tiene sede en Italia y la empresa de gestión en Suiza y el sponsor inscrito es Gazprom Alemania. Nos hemos ofrecido a correr con maillot blanco y con un mensaje de paz, pero eso no ha sido suficiente para la UCI. Buscamos un diálogo y les escribimos, pero la UCI ni siquiera nos ha respondido todavía. Estamos dando lo mejor de nosotros, pero lamentablemente hemos decidido que si no hay una solución para el 27 de marzo, tendremos que cerrar y desaparecer.”
Esto dejaría sin equipo no solo a los ciclistas rusos, sino también al resto de ciclistas de Gazprom-RusVelo: los italianos Marco Canola, Matteo Malucelli, Giovanni Carboni, Nicola Conci, Alessandro Fedeli, Christian Scaroni y Andrea Piccolo; los checos Mathias Vacek y Michael Kukrle; el noruego Erik Lunder; el tico Kevin Rivera; y el español José Manuel Díaz. En un comunicado de estos últimos días, el jienense Díaz, que ya vivió en 2021 la desaparición del equipo Delko francés por motivos económicos, explicaba su situación actual: “No estoy a favor con la decisión de la UCI ya que somos un equipo ciclista con 7 nacionalidades diferentes que nos une el Deporte, el ciclismo y nuestra pasión y trabajo independiente de política y guerras. Ahora el equipo está trabajando para obtener un estatus neutral y espero que la UCI no ponga impedimentos. Somos deportistas de diferentes nacionalidades a los que nos une el ciclismo y el deporte. Nada más.“
El otro equipo ruso implicado, el Vozrozhdenie, de categoría UCI continental, compuesto por 10 ciclistas rusos y 2 de Georgia ha dado un comunicado estos días: “Ante esta situación, agradecemos a la Federación de Ciclismo de Georgia por el apoyo brindado. Todos los corredores del equipo Vozrozhdenie continuarán esta temporada como parte del equipo Olimp amateur de Georgia. Intentaremos compartir los éxitos de nuestros ciclistas tanto como sea posible.” De este modo, han esquivado la sanción y ya se les vio bajo esta nueva denominación de Olimp en dos pruebas en Turquía, en el Grand Prix Gazipaşa y el Grand Prix Mediterrennean, el primer fin de semana de marzo.
Entre los ciclistas rusos del Vozrozhdenie, el veterano Roman Maikin, quien en su perfil en Twitter se define como 50% ucraniano y 50 % ruso, ha hecho su propio comunicado en redes: “Soy un deportista profesional y estos son mis pensamientos ahora: la guerra es un negocio. La guerra es suciedad y dolor. Siempre hay quienes ganan dinero con esto mientras los civiles y los trabajadores sufren. En un país donde están mis familiares y amigos, ¡esto no debería pasar ahora! En pleno siglo XXI, hay que crear y crear, compartir experiencias, unirnos, hacer nuestro mundo mejor juntos y prevenir esto por todos los medios, y no destruir y odiar a un amigo. ¡Paz para todos, amigos!“
Un club amateur ruso, el Lokosphinx, que fue UCI continental entre 2012 y 2021, estaba disputando este 2022 la Copa de España Élite y Sub23; de hecho, Gleb Syritsa había ganado las dos primeras pruebas del circuito, por lo que iba líder de la Copa. Finalmente el 11 de marzo la Federación Española ha emitido un comunicado que impide la participación de equipos rusos y bielorrusos en la Copa de España, por lo que no veremos de nuevo al Lokosphinx en las próximas pruebas. La Federación Holandesa, por su parte, parece que quiere ir más allá y plantea no dejar correr en su territorio a ciclistas rusos y bielorrusos que corran para cualquier equipo, de su país o no. Esto, si finalmente se cumple, no solo condicionaría la participación en pruebas como la Amstel Gold Race: recordemos que la Vuelta a España 2022, por ejemplo, empieza en septiembre en Utrecht.
Entre los ciclistas bielorrusos en activo, solamente uno está en un equipo WorldTeam, Alexandr Riabushenko, en el Astana kazajo. Riabushenko vive en Bérgamo, en Italia, y no ha hecho declaraciones sobre la guerra en sus redes sociales.
El resto de ciclistas bielorrusos profesionales corren para los equipos continentales Minsk Cycling Club (16 ciclistas) o para el CCN Factory Racing (6). No encuentro en redes declaraciones del Minsk. Sí del CCN Factory Racing, un equipo que en 2019 corrió con licencia de Ucrania y desde 2020 lo hace con licencia de Bielorrusia, y para el que esta sanción tiene muy poco sentido: “Ocho ciclistas y miembros del staff ucranianos han representado a nuestro equipo en los últimos 4 años. Ahora tenemos al ciclista ucraniano Vladyslav Pohorelov en nuestra plantilla y otro ciclista, Vlad Makogon, nació en Ucrania, así como nuestro director deportivo, Anatoly Sizko. Él y su hijo Antti Sizko están entre los que crearon nuestro equipo. En este momento difícil, queremos expresar nuestro apoyo a ellos y a todos nuestros amigos ucranianos que tienen fe en la paz en Ucrania. ¡Por favor, detengan la guerra en Ucrania!“
Solamente hay un equipo UCI continental ucraniano en 2022, el Eurocar Grawe, y ha pedido apoyo en redes sociales: “Ahora todos deberíamos unirnos y ayudarnos lo más que podamos e incluso un poco más. Estamos tratando de ayudar a la ayuda humanitaria y ya hicimos el primer viaje Lviv-Dnipro. Gracias, amigos polacos. Transportando ayuda de Polonia a Ucrania.” Se refieren también al equipo ciclista polaco HRE Mazowsze Serce Polski, que ha dejado autobuses para trasportar refugiados y ayuda.
Al único ciclista ucraniano en un WorldTeam en 2022, Mark Padun, del Education First-Nippo, la guerra le ha pillado compitiendo en O Gran Camiño en Galicia, donde ganó una etapa contrarreloj y acabó 3º, y en Tirreno-Adriático. Padun es de la ciudad de Donetsk, pero su familia ahora vive en Seattle, en Estados Unidos. Su director, Jonathan Vaugthers, solo tiene buenas palabras para Mark: “Mark es un gran chico, es muy amable y tiene un gran corazón. La mejor manera para él de lidiar con las noticias de Ucrania es continuar compitiendo. Solo quiere concentrarse en su carrera.”
Andrii Ponomar, joven campeón ucraniano de 19 años, vive en Italia, pero está sufriendo con la guerra. Su padre es militar en primera línea de batalla, mientras que su madre está ahora en un refugio de una ciudad a 150 kilómetros de Kiev que ha sido literalmente arrasada por las bombas. Los compañeros de equipo de Ponomar del Drone Hopper-Androni Giocattoli italiano, con el mánager Gianni Savio a la cabeza, se presentaron en el reciente Trofeo Laigueglia todos con el maillot del campeón ucraniano como gesto hacia su compañero. Giovanni Ellena, uno de los directores de Ponomar explica cómo está Andrii: “Le gustaría poder hacer mucho más por su familia y con su trabajo como ciclista será fundamental para sus padres. Andrii está en la posición de tener que tomar decisiones importantes a pesar de su corta edad. Sigue entrenando y está en excelente forma. Andrii entrena con el ex-ciclista Sergei Gonchar, también ucraniano, estará con él en Bassano del Grappa y así al menos tiene un apoyo a nivel mental.“
La mayoría de profesionales ucranianos corren fuera de su país. Vitaliy Buts es de Mykolaiv, cerca de Odessa, y su equipo, el turco Sakarya, le dedicó una victoria hace unos días. También está en Turquía Oleksandr Prevar, compañero del español Eddy Nieto en Spor Toto. En el Team Novák conviven sin ningún problema, como es normal, los seis ciclistas rumanos con los dos ciclistas ucranianos (Yegor Demetyev y Oleksandr Shevchenko) y los dos ciclistas rusos (Sergey Zatcepin y Evgeny Zotov).
A algunos ciclistas ucranianos sí les ha pillado el conflicto dentro del país. Se dan situaciones dolorosas, como la del ciclista Andriy Kulyk, campeón de Ucrania en 2019: mientras Andriy estaba en un entrenamiento, su padre Alexander, exciclista y entrenador, fallecía mientras rescataba civiles en la capital, Kiev. Le tocó informarle de su muerte a su hijo al presidente de la Federación Ucraniana de Ciclismo, otro ex-ciclista, Andrey Grivko.

Grivko está intentando organizar ayuda para los ciclistas ucranianos: “Tenemos ciclistas en situaciones difíciles. Estamos tratando de mantenernos en contacto con ellos y sus familias. Los más jóvenes se quedan y se quedan en los búnkeres. Las bombas estallan las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Tenemos ciclistas más cerca de Rusia, donde los bombardeos son más intensos. Es difícil ir a cualquier lugar, incluido Kiev. No es seguro ir en coche o en tren. Nadie sabe dónde estará el próximo misil. Tenemos varios ciclistas en Turquía en este momento que han estado compitiendo por el equipo nacional. No queremos que regresen a Ucrania. Quieren seguir haciendo deporte. Estamos haciendo todo lo posible para organizar, para organizar una vida normal para que la gente en Europa siga corriendo en sus clubes o para el equipo nacional.” En esta línea, se ha confirmado hace pocos días que los ciclistas ucranianos que estaban en Turquía serán acogidos por la Federación Italiana en L’Aquila.
Durante la realización de este artículo, hemos preguntado a otros ciclistas españoles que tienen contacto con ciclistas y ex-ciclistas ucranianos: lo que más nos importaba iba más allá de lo deportivo, queríamos saber si están bien tanto ellos como sus familias. No vamos a dar nombres de ciclistas que por ahora han preferido, por seguridad o por discreción, no exponerse públicamente, pero hemos podido confirmar que son varios los ciclistas que se encuentran en medio de esta guerra en Ucrania. Para ellos, combatir contra Rusia o irse a otro país no siempre se trata de una elección personal: recordemos que Ucrania prohíbe salir del país a los hombres de entre 18 y 60 años, por eso se está dando un exilio principalmente de mujeres y niños.
Entre las imágenes de esta guerra, no se nos quita de la cabeza la de una joven pedaleando en su bicicleta por las calles de la ciudad de Cherkasy, en Ucrania, a orillas del río Dniéper, y que desaparece entre el humo de la explosión de un misil ruso que se lleva todo a su paso. Esta guerra también se lleva por delante al ciclismo. Confío en que este artículo contribuya a que todos nos demos cuenta de que cualquier guerra implica un cambio duro y no elegido en la vida de muchas personas y sus familias. Algunos de ellos se ganan o se ganaban la vida como ciclistas. Por supuesto, la vida de las personas de Ucrania y de cualquier lugar del mundo, está por delante de las cuestiones deportivas, intrascendentes en comparación. Es comprensible que la UCI y las federaciones decidan tomar medidas y aplicar sanciones contra un país que invade a otro, pero eso no evita que, quienes disfrutamos con un ciclismo global, donde las banderas no son lo más importante, vayamos a echar de menos por igual en las pruebas UCI a los ciclistas de equipos ucranianos, rusos y bielorrusos.
Escrito por: A. M. Fuente (aka Viktor Frankenaerts: @cyclinggeo)
Foto de portada: skhakirov from Donetsk, Ukraine, CC BY-SA 2.0 , via Wikimedia Commons
Me encantó el artículo. Muy mala la situación que tienen en Ucrania.
De Gazprom leí también que si al final de mes no habían encontrado una solución, el equipo desaparecería.
Me parece una locura discriminar a un deportista por haber nacido a un lado u otro de las líneas imaginarias de un mapa. Se me cae el alma a los pies al ver que profesionales que se han dejado la vida entrenando y que no tienen la mínima culpa en este fregado, no puedan desarrollar su actividad profesional y estén abocados a dejar la bici. Estos conflictos que fabrican los dirigentes políticos, muy a menudo nos han privado de ver grandes duelos en el deporte y que jamás se darán (Olimpiadas de Moscú y Los Ángeles, veto a Serbia durante la Guerra de los Balcanes…). Los políticos al final acaban firmando la paz y dándose la mano, los deportistas pierden unos años que no vuelven al igual que las víctimas de las malditas guerras.