Ciclistas

Udo Bolts, el mejor escalador alemán de siempre

El ciclista nacido en el suroeste alemán, a escasos kilómetros de la frontera francesa y luxemburguesa, fue un personaje clave en la historia del ciclismo teutón, así como de la vida del conjunto alemán más importante de su historia, el Telekom de Erik Zabel, Bjarne Riijs y Jan Ullrich. Ese equipo capaz de dominar el Tour de Francia en 1996 y 1997 con mano de hierro gracias en gran parte a contar con gregarios tan potentes como Bolts, considerado por muchos uno de los mejores escaladores alemanes de todos los tiempos, si es que ha habido muchos, que tampoco ha sido común ver ciclistas con esas características y origen. 

Lo que más impactaría de la trayectoria de Bolts es la confesión post carrera de haber utilizado métodos dopantes en sus mejores dos años, los que precisamente labran su ascenso a mito del ciclismo en Alemania. Pero lejos de sorprender, en un contexto como el del conjunto Telekom, que ciertamente estuvo casi tan rodeado de éxito como de escándalos, el caso de Udo Bolts es entendido como uno más, como un soldado más en un ejército que sigue una misma dirección. De ese modo, se le resta autenticidad y mérito, pero el mito permanece, se queda. Su nombre molón y las exhibiciones que protagonizó en montaña, permitieron verle como un corredor casi imposible de doblegar cuando estaba inspirado. Y ciertamente lo era. 

Los triunfos de Riijs primero y Ullrich después tenían su sello. Dos ediciones del Tour de Francia que están en entredicho por múltiples motivos, por las confesiones de tantos ciclistas implicados en el equipo ganador. Desde Zabel, dominador de los sprints al propio ciclista danés. Bolts era el jefe de operaciones, una especie de Ministro de Defensa que protegía las opciones de sus líderes. O más bien aniquilaba las de los rivales. Si alguno decidía poner tierra de por medio, allí estaba él para poner primero ritmo y después orden. Su labor llegaba incluso más allá de los pedales, lanzando motivantes frases a sus líderes para provocar en ellos un mejor rendimiento. 

Eric HOUDAS, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Incluso en épocas de gran confluencia de candidatos a ganar, Bolts se encargaba de reprimir incluso los intentos a través de esa pedalada tan potente y sirviendo de elemento disuasorio. Era ver sus hombros en las primeras plazas y ya muchos se cuestionaban si merecía la pena intentarlo. Como se pensaba en su momento, Ullrich podía aspirar a relevar a Miguel Induráin dominando el Tour de Francia, pero se quedó la cuenta en sólo un primer puesto y hasta cinco segundos. En casi todos tuvo mucho que ver Udo Bolts, que empezó y acabó de forma consecutiva doce ediciones. Fue un gran bastón para el alemán, que fue quien falló, porque a su gran gregario de defensa le tenía bien preparado y dispuesto. 

A título individual tenía a su vez sus oportunidades. Aprovechó la superioridad de Telekom en los Nacionales para imponerse en tres ocasiones. También para triunfar en una etapa del Giro de Italia en 1992, con meta en el siempre difícil valle de Aosta, en la subida a Pila. También levantó los brazos en la prestigiosa Clásica de San Sebastián de una forma un tanto milagrosa. No es que careciese de punch en los últimos metros, sino que llegó a meta en un grupo de seis hombres con cuatro italianos en liza. Ya se sabe cómo se las gastaban los transalpinos en ese tipo de fuga, con pactos sobrevenidos. Y ganó un alemán, al sprint. Eran sus años mágicos, lo cual resta un tanto de encanto y credibilidad. Pero ganó, vaya si ganó. 

Otra carrera en la que se impuso fue el Dauphiné Liberé de 1997. Hasta la fecha, sigue siendo el único ciclista de Alemania en conseguirlo, imponiéndose en aquella dura edición a Abraham Olano, uno de los favoritos a ganar el Tour de aquel año y rival absoluto de su Telekom en dicha empresa. Un golpe moral que un gregario de tus enemigos te derrote con suma facilidad. En la dura etapa de Briançon ganó el español y se vistió de líder, pero este fallaría en la última etapa, de montaña para más señas, y Bolts lo aprovechó para auparse al estrellato definitivo. Una magnífica victoria que cosechó por únicamente trece segundos, número de buena suerte en esta ocasión para él. 

En 2003 puso punto y final a su carrera firmando por el también alemán Gerolsteiner. En sus filas duró más tiempo como manager y hombre de confianza de muchos de los corredores importantes. En 2006 lograron el triplete de las Ardenas con el malogrado Davide Rebellin. Ese mismo año, con el estallido de casos de dopaje a raíz de la Operación Puerto, decidió confesar los suyos. Hecho que provocó a su vez su dimisión del conjunto alemán. Después también ha sido comentarista de la televisión de su país en algunas carreras, pero se podría decir que aquellos fueron sus últimos momentos relacionado de forma directa con el ciclismo profesional. 

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: Sirotti 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *