El veintiséis de febrero de 2008 se disputaba la primera etapa de la Volta a la Comunidad Valenciana, una jornada sin gran importancia entre Sagunto y el Port de Sagunto, salvo por un pequeño detalle: debutaba Don Mikel Nieve. Un corredor que había brillado en la Copa de España en los años previos y se ganaba a pulso un contrato en el filial de casa, el Euskaltel Euskadi. Cinco victorias de etapa y casi 200.000 kilómetros de competición después, una caída daba por finalizada su trayectoria. Un comienzo amable y un final agridulce.
Son muchos los momentos brillantes que nos ha regalado el corredor de Leitza, que ha visto no solo cómo su retirada se eclipsaba por la caída, sino que lo hacía en mayor medida por coincidir su última jornada con la de otros tan grandes, como Alejandro Valverde o Vincenzo Nibali. Un corredor, nuestro Mikel Nieve, que hace poco fue ‘elegido’ como el mejor compañero de equipo que ha tenido el mismísimo Chris Froome, dicho por él cuando Mikel anunciaba su retirada.
Recordar aquella primera victoria, en La Vuelta de 2010 (Cotobello) y con los colores del Euskaltel – Euskadi, alegra el rostro a cualquiera. Un corredor que poco después demostraba además su idilio con Italia, ganando en el Giro de 2011 para hacerlo de nuevo en dos ocasiones más tarde, durante 2016 y 2018, siendo esta última el golpe final de Mikel camino de Cervinia y bajo una jornada desoladora, donde nos regaló una de las grandes jornadas del ciclismo moderno.
Mikel ha sido un currante durante casi toda su carrera deportiva, uno de los más grandes fondistas y además, un corredor que sabía aprovechar sus oportunidades. Pero no solo eso, Mikel Nieve es ya historia de nuestro deporte. Gracias por todo, este último golpe no hará que nos olvidemos de ti.
Escrito por Sergio Fernández Yustos
Foto de portada: RCS / LaPress