Ya hacía mucho tiempo, de hecho años, que íbamos planificando y postponiendo esta subida al monte más emblemático de les Terres de L’Ebre junto a mi primo de la rama familiar Albacar de Tortosa (aquellos de Zaragoza y alrededores conocerán el apellido por su vinculación al mundo de la bicicleta desde los años 40).
El bicho da miedo, pensad que tenemos a tiro de piedra la playa (0 metros sobre el nivel del mar) y llegada a 1.440 metros, todo ello en 23 kilómetros desde Roquetes, que es el punto de partida oficial de los KOM.
Igual tanto tiempo de postponer la escalada era causado por las típicas cagarrinas escénicas provocadas por el inconsciente, así que la mejor manera de solucionarlo fue poner una fecha inamovible a fuego: 3 de julio, sí o sí.
Lo primero que había que hacer es documentarse bien, y en ciclismo eso equivale a mirar el perfil y los registros de segmento y así poder programar un ritmo de subida aceptable y realista (en mi caso eso se traduce por malo je je je). ¡Aquí debajo os dejo el perfil… not easy at all!

Recordando que el KOM lo tiene un neo profesional, Martí Vigo del Arco, con un poquito más de una hora…si hago mi ecuación del ciclista globero malo, me sale que yo tardaré entre 2h30 y tres horas; el tiempo suficiente para que Martí suba y baje dos veces y a la tercera sea yo quien llegue antes (gano a Martí por una vez…LOL).
Realizada la planificación y teniendo en cuenta los casi trescientos km de desplazamiento desde Andorra para realizar la ascensión, nos tenemos que asegurar como sea el éxito (tranquilos no recurriré al EPO), y en mi caso eso significa que por primera vez voy a poner un 30 (hasta ahora había resistido con un 28 como máximo) que, en mi caso por edad, peso y sobre todo por mi lesión medular, creo que está más que justificado. Me cuesta, porque recuerdo que en mis tiempos de cadete llevábamos en carrera un 42×21 máximo, y cualquier desarrollo superior era considerado de globero, pero hay que aceptar la cruda realidad, soy miembro de la globería honorario y de pleno derecho.
Llega el día acordado y, por suerte, nos sale un día algo nublado, no vamos a pasar mucho calor. Eso sí, hay que contar que solo tenemos un punto de agua intermedio en la subida, concretamente en el Mirador del Cargol, km 14 de nuestra ascensión. Así que como soy un Diesel Lejarretero, y por mi lesión medular, ya mencionada, es mejor que no haga cambios de ritmo, decido llevar dos botes de agua de 750 ml y no parar en todo el recorrido hasta la cima.
La “salita” podemos dividirla en tres partes:
1-Primeros 9 km, suave y aceptable.
2-Km 9 a Km 18 muy dura, con la recompensa del descansillo intermedio.
3- Km 19 a final: la puntilla.
Curiosamente os diré que para mi la sensación de más dureza no me sobrevino en la rampa del 14% después del descansillo del Mascar, si no en una rampa cortita del 11% después del mirador del Portell y justo antes del descansillo del Mascar. Supongo que porque vas esperando ese merecido descanso intermedio durante toda la subida.
El asfalto está en general en buenas condiciones, excepto en los cuatro kilómetros finales, después del descanso del Mascar. En este sector hay que tener cuidado en la bajada, ya que hay muchas elevaciones del asfalto y es fácil despistarse y hacer un pequeño vuelo totalmente indeseado. El resto de la bajada es para disfrutarla, buena carretera y poco tráfico en general, normalmente ciclistas.
Os recomiendo encarecidamente esta subida, los paisajes son impresionantes, la vista desde la montaña al Delta del Ebro no tiene precio y más si tenemos la suerte de coger un día perfectamente despejado. Una subida, además, dura y por tanto, en el mundo ciclista, de prestigio, que después podremos explicar, engrandeciendo globeramente el logro (cuanto daño hace Strava mostrando tiempos reales je,je,je).
No me gustaría acabar este artículo sin destacar el entorno del Mont Caro, la zona de Tortosa es el equilibrio “vacacionero” ideal, montaña y playa en menos de 30 km a la redonda es un lujo al que la mayoría de nosotros y nuestras familias nos cuesta rechazar y con hoteles perfectamente adaptados a las necesidades ciclistas.
Texto y fotos por Xavier Palacios (@xpalaciosalbaca)