Han traído cola los Mundiales celebrados en Wollongong. El ‘caso Van der Poel’ sigue latente y ahora que parece resuelto le siguen múltiples reacciones en uno u otro sentido. En primer lugar, una vez esclarecidos los hechos y multado el ciclista, parece que finalmente no tendrá que ser retenido durante seis semanas como se decía en un principio. Una indemnización que no es excesivamente elevada, pero de la que ya molesta el mero hecho de culpabilizar a una persona cuyo único delito fue intentar descansar en su habitación de hotel.
¿Quién pagará los presuntos daños producidos por estas dos adolescentes al ciclista? No hay que olvidarse de que la presencia de Mathieu en Australia se debía exclusivamente a la celebración de la prueba en línea, cuya noche previa tuvo lugar todo el escenario de molestias nocturnas. De tratarse de un deporte con mayores intereses en juego daría para pensar incluso en sabotajes y conspiranoia. Meses de preparación, incluso el transcurso de la temporada alterado por un objetivo como este, sacrificando carreras, tiempo personal, etc. El resultado es un deportista de élite que se va a la cama a las cuatro de la madrugada teniendo que rendir al máximo nivel en una prueba de 270 kilómetros ante los mejores del mundo, que a su vez también se han preparado para este día.

Las consecuencias son para el deportista, que no puede volver a Australia en un tiempo prudencial, además de la multa. ¿Y las personas que molestaban su sueño? ¿Y los responsables de las menores y, por tanto, de todo este altercado? La historia es surrealista, aunque por desgracia nos vamos acostumbrando a estas situaciones donde los pájaros disparan a las escopetas. Están circulando por internet videos que podrían pertenecer a los incidentes que causaron todo este revuelo. En ellos se corroboraría la versión del ciclista, aunque no parece que vaya a librar las sanciones. Los arrepentimientos quedarán en el olvido toda vez que el ciclista ya se encuentra en casa.
Por otro lado, el Mundial trajo más circunstancias rocambolescas. La situación en el calendario de la competición, tan lejos de Europa, que es donde los equipos y las carreras más importantes que se disputan en esta fase decisiva dilucidan qué equipos mantienen la categoría World Tour de cara al próximo trienio, ha empujado a la negativa de varios directores a ceder ciclistas a este evento. El hecho de que se celebrase en una sede tan distante de los domicilios habituales de los corredores ha supuesto varias bajas importantes.

Un Mundial que trajo más polémicas, como la celebración de Evenepoel mandando callar al respetable. ¿Por qué? ¿Era necesario? Una clase tan grande de ciclista que debe parear con ella sus gestos y celebraciones, que son los que todo el mundo fotografía y después pasea por redes sociales. En meta fue él el que fue a felicitar a Van Aert y no al revés. Gestos, detalles que tienen muchas lecturas.
Torpeza también la de la UCI al declarar su presidente que Nairo Quintana ha tomado en más ocasiones el medicamento prohibido que le ocasionó la anulación de sus resultados en el Tour de Francia. Es más, para añadirle picante al asunto, el colombiano se ha vuelto a poner un dorsal tras renunciar a correr la Vuelta. Y lo ha hecho precisamente en una prueba organizada totalmente por la UCI. ¿Casualidad?

Las gaviotas que atacan a corredores (Mollema se lleva un doctorado de Australia sobre cómo sobrevivir al ataque de aves) ha sido otro de los temas candentes. Van Vleuten fue víctima de la gravedad, y sus lesiones casi le dejan fuera de la prueba reina del ciclismo femenino. La forma de ganar fue tan sorprendente que cruzada la línea de meta no daba crédito. Llevó un rato largo que empezase a asimilarlo.
Por si fuera poco, el viento decidió el Mundial de crono. El noruego Foss da a Jumbo-Visma el arco iris que no pudo conseguir con Van Aert. El cambio de viento decidió más que el trazado, que tenía únicamente cuarenta minutos de recorrido. El debate sobre la disminución de las cronos hasta puntos raquíticos regresa a la actualidad. Ya no se reduce a las vueltas por etapas, sino que llega al campeonato que dilucida quién es el mejor en la lucha individual. La epidemia llega a la espina dorsal. Mal asunto.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: ASO / Ballet / López