Neerlandés y belga, los dos son responsables de haber roto los esquemas del ciclismo internacional. En primer lugar, debido al mantra de que un ciclista debe centrarse en una única especialidad y no puede rendir en más de una al máximo nivel. Ciclocross, ruta y las que les echen. Se han consolidado como dominadores en lo que disputan. Y si no terminan venciendo, están en la pelea o cerca de ganar.
Otro de los dogmas que han destrozado ha sido el de esperar al final para atacar o buscar sus opciones más evidentes. Argumentos como “tenía frío” como justificación de una ofensiva a mucha distancia a meta son hechos que no se habían visto hasta la fecha. En un ciclismo de calculadora, donde los favoritos únicamente dedican esfuerzo máximo en los últimos kilómetros (y…), estos dos irreverentes han contagiado a una generación para correr de forma bastante más espectacular, buscando ganar bien y que al menos el espectador hable de ellos en términos de épica y mérito, no ser catalogados como los demás.
Después han llegado Pogacar y Evenepoel para sumarse a este festín que se corona con el más efectivo de todos, que es Roglic. Normalmente no necesita de grandes cabalgadas, pero cuando lo ha hecho (ejemplo, la Itzulia de este mismo curso), no ha dudado en intentarlo. ¡Y le ha salido bien! Por ello mismo es fácil que se repita el patrón. Un ciclista que se caracteriza por exprimir sus condiciones de buen llegador y contrarrelojista top. Al menos hasta ahora. Y con buenos resultados, a excepción del Tour cedido en la última cronoescalada. Pero, claro, lo hizo ante uno de los irreverentes que están destrozando todos los cánones: Pogacar.
Las generaciones venideras habrán crecido viendo esta práctica del ciclismo, por lo que es sencillo adivinar que tomarán el testigo de una forma más espectacular que la especulación pura y dura que se venía llevando a cabo. El come, bebe y a rueda, frases como “ya tendrás más años para triunfar” han caído por su propio peso, porque nunca se sabrá si esas nuevas ocasiones existirán y si llegado ese momento no se arrepentirán de no haber aprovechado las anteriores. Una forma de atacar los problemas en lugar de esperarlos.
Por todo ello, Van der Poel y Van Aert, que además rinden en varios terrenos en la carretera, pueden decir que fueron ellos los que derribaron un sistema cada vez más enfocado al conservadurismo y el ahorro en previsión de supuestas dificultades. Se dice que los miedos representan situaciones que finalmente en un alto porcentaje no sucederán. Pues bien, en ciclismo sucede exactamente lo mismo. No hay forma de anticipar el mañana. Una caída o un mal día pueden dar al traste con todas las aspiraciones que se tenían. Hay que buscar las oportunidades y repetirse eso de “al menos que no haya sido por no intentarlo”.
Van camino de convertirse en leyendas de las clásicas y de todas las carreras en las que participan. No les basta con verse las caras de forma espectacular en ellas, sino que en las rondas por etapas que han disputado, sus duelos y aportaciones han sido absolutamente estelares, con múltiples victorias en varios terrenos y protagonismo absoluto. No importa la edad, ni lo lejos que se esté de meta, ni los días de competición. Vini, vidi, vinci.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti