Tanto tiempo esperando el Tour y de repente, en lo que pestañeas, como si de un sueño – un sueño amarillo, eso sí – se tratara, todo ha terminado. La primera edición del Tour des Femmes avec Zwift c’est fini.
Sueño amarillo, o visualización, que tuvo la primera vencedora (o la cuarta si contásemos las ediciones iniciales organizadas por la empresa organizadora del Tour masculino o la decimosexta si contáramos las de las organizadas de manera paralela) final del Tour, Annemiek van Vleuten. La corredora del Movistar afirmaba que era un sueño ganar de amarillo en la Super Planche des Belles Filles. No fue sencillo. En el camino varios obstáculos pudieron impedirlo, pero al fin ese sueño amarillo, que en su momento no se logró realizar para el conjunto telefónico, se ha visto consumado al ritmo de los zapatazos del #MiekitHappen.
«Zapatazos» como se puede presentar el ya particular, espectacular y potente estilo de encadenar pedaladas con las que acostumbra a torturar a sus rivales y que, este domingo daba van Vleuten, ya en solitario, también en las rampas más duras de La Planche.
Zapatazos que no dio la neerlandesa sobre la Canyon amarilla engalanada para la ocasión, por las averías mecánicas que sufrió en la última jornada, sino sobre arma reglamentaria, sin la pintura estándar Movistar, con la que en las rampas del Petit Ballon, a prácticamente 85 kilómetros para el final, comenzó a escribir con letras doradas otra página en la historia.

Se quedaba entonces van Vleuten en cabeza de carrera con su rival y compatriota Demi Vollering; teníamos el duelo de tú a tú tan esperado. La ciclista del Movistar parece tenerle cogida la medida a la del SD Worx, al menos en este año 2022, y en la jornada camino de Le Markstein no vivimos una excepción. A 62 kilómetros de meta consiguió comenzar a poner tierra de por medio con Vollering en la ascensión al Col du Platerwasel. Una contrarreloj individual – en un Tour carente de – hasta la extenuación que, aun así, le sirvió a Demi Vollering para cimentar no solo su segundo puesto final, sino también su maillot de puntos rojos. Extenuada, pero no doblegada moralmente, Vollering lo seguiría intentando, para arriba o para abajo, darle la vuelta a la situación al día siguiente.
Annemiek terminó aventajando en 3’26” en meta a Vollering. Un mundo… Por ponerlo en contexto son escasos tres segundos menos que el tiempo que le valió a Annemiek van Vleuten para hacerse con la plata en la prueba de persecución individual en Apeldoorn 2018 (después cedería en la final por el oro al ser doblada por Chloe Dygert). ¿Que qué tiene que ver una prueba de pista como la persecución individual con el Tour? Que son divertidas, hacen falta y que como con el punto G (o antes el W) todos los caminos llevan – o salen de – a París. Y la ganadora del Tour también ha tocado la pista.
Van Vleuten acababa de sentenciar el Tour con un ataque de largo recorrido. Un ataque a lo… a lo van Vleuten. Ataque marca de la casa, desde su casa, como en Yorkshire – donde atacó a mas de 105 kilómetros – o como en tantas otras ocasiones con las que nos ha “malacostumbrado” la neerlandesa y demostrado su capacidad para aprovechar y explotar las dificultades y oportunidades que se le presentan desde bien lejos de la línea de meta.
Podría parecer que la etapa, con tres puertos, se prestaba a que las segundas y terceras espadas de los equipos se filtraran en las escapadas y que las favoritas terminaran, con la ayuda de sus compañeras, por dilucidar quiénes eran las verdaderas las contendientes a la general en el Grand Ballon.
Nada más lejos de la realidad. Convencida de ello se mostraba Arlenis Sierra y de que su trabajo, y el de sus compañeras, en favor de Annemiek acabaría en el Petit Ballon, el primer puerto de la jornada, pero con mayor dureza que su “hermano mayor”. No estaba equivocada la cubana del Movistar cuando nos decía que serían ellas – los capos – quienes cuando quisieran pondrían la carrera patas arriba. Pero que creía que, a partir de allí, atacarían de tal modo que ya no podría ser de gran ayuda; que sería un cara a cara por el maillot amarillo.
Entonces, ya fue cosa sola de las favoritas, de marcarse su mejor esfuerzo en solitario hasta la extenuación o la implosión o en pequeñas “guerrillas” para bregar y limitar la pérdida de tiempo con la campeona del mundo contrarreloj.
Pero el sueño de Annemiek y Movistar pudo truncarse pronto en la carrera y tornarse en pesadilla. En las primeras jornadas la neerlandesa cedía tiempo. Desde el equipo lo justificaban indicando que la corredora se encontraba mal digestivamente – no eran mariposas en el estómago por lo que después vendría – y que apenas había podía alimentarse en un par de días.
Fueron unos segunditos que podrían haber sido muchos más cuando, camino de Bar-Sur-Aube se cortaba del grupo de favoritas, si bien algunos de los equipos mejor representados (y quizás a quienes pudiera favorecer) no se coordinaron para hacer sangre. Sangre que, sí buscaron o al menos no pusieron nada sencillo, tirando tras la avería mecánica de la líder el domingo. Aunque desde el sillón, la perspectiva y la realidad no siempre concuerdan con las del sillín y quizás hubiera numerosos objetivos y oportunidades en juego, no solo el amarillo.
Y volviendo a las mariposas, hubo muchas en muchos estómagos y tuvieron su protagonismo también en la carrera. No es para menos, las expectativas y euforia despertadas por esta primera edición del Tour de France des Femmes avec Zwift se consumaron con una gran afluencia de público, expectación y seguimiento mediático.
Sus aleteos – de las mariposas – causaron estragos, como nos decía Sandra Alonso, solo hace falta un instante para que un enganchón, un bache o un exceso de velocidad determinen tu suerte. Así que, como en casi toda gran carrera que se precié perdimos por el camino contendientes víctimas de las caídas y enfermedades.
Pero no solo soñaron y cumplieron sus sueños Movistar y Annemiek. También Marianne Vos tuvo un sueño amarillo, que consumó en la meta de Rosheim, logrando ser la primera corredora en ganar vestida de amarillo, en la sexta jornada – en el día de ayer hizo lo propio Annemiek –. La neerlandesa de Jumbo Visma se impuso en dos etapas, se llevó el verde final de la carrera y vistió el amarillo cinco jornadas.

Un sueño amarillo que solo pudieron cumplir ciclistas neerlandesas. La primera en enfundarse el amarillo fue Lorena Wiebes. La velocista del DSM fue la más rápida en el caos de los icónicos adoquines de los Campos Eliseos de Paris. Era la gran favorita y, a pesar de la posible presión extra, supo gestionar la carrera para lograr uno de los objetivos del año, marcado en rojo tanto por su equipo como por ella misma meses atrás.
Un equipo, el DSM, que tuvo su buena dosis de protagonismo no solo con Wiebes sino también con la mejor francesa de la carrera. Juliette Labous hizo soñar con un podio al público francés y a la realización de la carrera, que se volcó. El Tour es el Tour. Marcaron el ritmo en la subida final a la Superplache en el grupo de favoritas – las que peleaban por la tercera posición final– sin conseguir su objetivo.
Cualquiera que deje pasar su vista a lo largo de esta particular crónica, puede tener la impresión de que el Tour solo lo corrieron neerlandesas o que al menos solo ellas fueron protagonistas. Si bien no fue así, sí que coparon todos los podios – a excepción del de mejor equipo que fue para el alemán Canyon SRAM – y buena parte de los titulares.

El Tour de las neerlandesas. Y eso que en esta primera edición la organización decidió no incluir su célebre curva e icónica ascensión, le Alpe d’Huez. ¡Qué despropósito! Y con las neerlandesas arrasando… Ya dejó caer Annemiek que de cara a su última participación en Le Tour des Femmes – ya anunció que el año que viene correrá en Movistar su última temporada como profesional – le gustaría o que al menos una buena guinda al pastel sería despedirse del Tour en lo alto del Alpe d’Huez. Una petición clara, concisa y realizable, quizás como jornada en sábado o domingo – para evitar coincidir en fechas con el célebre triatlón que se disputa en el entorno de esta celebre cima –.
Aunque siempre puede coger las “blaakeras” – apellido de soltera su de Chantal van der Broeck-Blaak que decidió posponer sus planes de retirada – y marcarse un dónde dije digo, digo Vleuty y regalarnos algún un año de disfrute más. Porque las sensaciones que trasmite van Vleuten siguen siendo las de una corredora que disfruta el día a día y la competición. #MiekNoTeRetires
Dejamos ya a un lado la esencia neerlandesa [spoiler: todavía queda una última pincelada al respecto] de este Tour para centrarnos en las demás vencedoras y protagonistas de la carrera; el ciclismo como espectáculo y entretenimiento no son solo las victorias, aunque sean parte primordial de este deporte.
La mecha de la dinamita danesa volvió a funcionar y explotó en el momento más oportuno. Tras haber perdido uno de sus puntales en el día anterior– la italiana Marta Cavalli sufrió un desafortunado accidente que la obligó a abandonar–, el equipo FDJ – Suez – Futuroscope pudo secarse las lágrimas de tristeza del día anterior y cambiarlas por las júbilo y emoción merced a una espectacular victoria de la siempre espectacular Cecilie Uttrup Ludwig.
La danesa del conjunto francés fue capaz de lanzarse a por la línea de meta, en un final picando para arriba pero quebrado, e imponerse tras abrir un hueco con la líder Vos y el resto de favoritas. La excitación que despierta Cille en cada salida o llegada está más que fundada, se divierte y divierte al espectador, transmite lo que siente y siente emociones que, como la de vencer en Épernay en el Tour por delante de Marianne Vos, están reservadas para unos pocos mortales.
Quizás le pueda quedar la espina de haber podido hacer incluso una mejor general, tras dejarse un valioso tiempo en la segunda jornada. Aunque no parece que eso vaya con la forma de ser de Uttrup Ludwig. Más bien si acaso la de canalizar esa rabia en pos de un momento mágico como el que nos regaló en la tercera etapa.
El equipo francés puede estar satisfecho con lo cosechado en carrera a pesar de los infortunios. Junto al séptimo puesto final de la danesa destaca el octavo de la mejor francesa de un equipo francés de la carrera. En un temporada donde continúa afianzándose y acercándose a la élite del pelotón, Évita Muzic realizó una solida carrera no solo de cara a la general, sino también en la pelea por algunas etapas quedándose, vendiendo cara su piel y batallando por repetir triunfo para su equipo en la cuarta jornada.

Un triunfo que fue a parar a los hombros de la suiza Marlen Reusser, merced a un ataque en solitario a falta de 23 kilómetros para meta. La ciclista del SD Worx mantuvo el pulso al reducido pelotón y a las corredoras que en solitario y en dúos intentaron infructuosamente cerrar un hueco que se fue acrecentando con el paso de los kilómetros.
No todo fueron rosas para Reusser, que también vivió la cara menos bella del deporte viéndose obligada a no tomar la salida de la penúltima etapa con síntomas de conmoción cerebral tras sufrir una caída el día anterior. Un infortunio, que a la vez nos recuerda la importancia y necesidad de que tras caídas con posibles traumas o golpes en la cabeza, estos protocolos entren en acción frente a ese enemigo no tan visible y difícil a veces de diagnosticar y tratar.
El mejor equipo de la carrera, el Canyon SRAM alemán no se fue de vacío. A pesar de no sumar ningún triunfo parcial, se quedaron cerca con varios podios de etapa mostrando su solidez como conjunto. No solo se subieron al podio como mejor conjunto, sino que también lo hicieron en el tercer cajón de la general de la mano de la polaca Kasia Niewiadoma. La aguerrida y combativa polaca culmina un buen año, en el que le sigue siendo esquiva la victoria – que le abandonó desde la temporada pandémica –, con su podio en el Tour.
Un podio en el que también logró estar presente el equipo Trek Segafredo de la mano de la mejor joven de la carrera, la neerlandesa Shirin van Anrooij. Quizás sea poco botín para el potente equipo estadounidense, si bien fueron protagonistas de la carrera, rozando y soñando en varias ocasiones con el triunfo parcial de la mano de las italianas Balsamo y Longo Borghini. La arcobaleno no logró en esta ocasión culminar su sensacional año con una victoria en las volatas de Le Tour, Vos y Wiebes impusieron su ley.
Elisa Longo Borghini volvió a mostrarnos esa grinta tan característica. Persiguió en solitario desde el Petit Ballon al entonces duo cabecero y después continuó la persecución a Vollering y Van Vleuten hasta más allá de su extenuación, viéndose superada por el reducido grupo de favoritas en los kilómetros finales de la ascensión al Grand Ballon.
Quizás si hubiera sido más conservadora y no hubiera perseguido a las neerlandesas en solitario, Longo Borghini habría evitado reventar y con ello podría haberse subido al podio final. Pero hay que aplaudir a quienes arriesgan lo cierto – o lo «cómodo» – por lo incierto. También porque si Elisa no fuera como es Elisa, no nos habría hecho vibrar en una Paris Roubaix y en una Ronde van Vlaanderen o no sería doble bronce olímpico en línea.
Y hablando de ciclistas transalpinas no podíamos dejar la mención a la que posiblemente sea la gran sensación de la temporada, la ciclista del Valcar PBM Silvia Persico. Persico ha mostrado este año su solvencia en todo tipo de pruebas y escenarios de carrera, logrando resultados y actuaciones notables en clásicas de todo tipo, pruebas de un día y por etapas diversas antes de culminar el pastel con sendas sensacionales actuaciones en las dos grandes rondas por etapas, Giro y Tour.
Quinta finalizó en el Tour des Femmes tras un meritorio tercer puesto parcial en lo alto de la Superplanche des Belles Filles, rozando en varias ocasiones la victoria parcial y durmiendo varias jornadas como segunda clasificada solo por detrás de Vos, soñando también en amarillo y tratando por todos los medios de arrebatárselo.
El único pero a su sensacional Tour fue, no el hecho de lograr una victoria parcial o portar el amarillo, una imprudente acción en el esprín de la sexta etapa. En los últimos metros de la llegada a Rosheim Persico realizó un brusco y temerario cambio de dirección que a punto estuvo de cercenar la carrera su antigua compañera de equipo Maria Giulia Confaloniera – en las filas del WNT Ceratizit ahora –.
Tras su portentosa actuación ya se ha conocido públicamente que la italiana Silvia Persico no continuará en las filas del Valcar Travel & Service el año que viene, al igual que varias de sus compañeras. El equipo, que dio el salto desde el campo juvenil en el año 2017 – Valcar PBM – para desarrollar su brillante cantera y en especial la generación del ’98 de Balsamo o Cavalli, no puede pujar económicamente con los equipos del World Tour. Chapeau por todo lo que han logrado hasta ahora y las numerosas corredoras que han logrado pasar al profesionalismo y afianzarse en la élite desde su estructura.
Escrito por Diego Martín
Foto de portada: ASO / Fabien Boukla
P. S.: La clave nacional vendrá en otra entrega.