La suerte de contar con un acceso asfaltado hasta prácticamente uno de los picos más altos de Europa es un hecho poco valorado en el ciclismo y en el cicloturismo español. No sólo por la posibilidad de que sea ascendido en una carrera por etapas profesional, cosa muy difícil por otros factores, sino por poder disfrutar de una altitud y longitud propia de lejanas cordilleras como los Alpes o los Andes con una ciudad con tantos atractivos como Granada justo al pie.
Para el cicloturista es una maravilla natural y una tortura a partes iguales, necesitando estar en una forma óptima para poder osar llegar a la cima. En ese caso, el ascenso hasta la cima puede llevar cerca de tres horas de esfuerzo.
Hasta sus más de tres mil metros habrá que superar partes bien diferenciadas a lo largo de la ascensión. Desde Granada serán unos cincuenta kilómetros de agonía, con varias rutas de acceso que se pueden adaptar o, incluso, combinar si la valentía es uno de tus grandes defectos. Y es que 2500 metros de desnivel son muchos para un único puerto.
La variante más incómoda por el tráfico, pero más llevadera por las pendientes es, sin lugar a dudas, la carretera principal a Sierra Nevada. La más corta, aunque más dura, la que transita por Güéjar Sierra y se traza por la subida a Haza Llana o la ascensión paralela a la general por el conocido como collado de Las Sabinas.Ya sólo la conexión de ambos tramos supondría la altimetría de todo un Tourmalet. Sus números no engañan. Con rampas durísimas de inicio que ya te harían ir sudando y sufriendo desde el minuto uno. Con el añadido de que se debe llegar a los 2500 metros de altitud de Hoya de la Mora y continuar en la escalada durante trece durísimos kilómetros hasta los 3300 metros. Una barbaridad.
El ascenso por Monachil y el ya conocido Purche es también cruel. A la dureza de este puerto, ya de por sí muy elevada, hay que añadirle los restantes casi dos mil metros de desnivel. Los problemas que podemos encontrar en la ascensión, lógicamente tienen que ver con el tamaño del esfuerzo a afrontar. Por ello se desaconseja el intento a personas que no estén bien entrenadas. Otro aspecto a tener en cuenta es la alimentación y la hidratación. Uno no menos importante es el abrigo del frío y del viento, tanto en la subida, como en la bajada. Hablamos de cambios de temperatura muy bruscos entre lugar de origen y llegada. Por tanto, es una cita a la que hay que acudir muy bien arreglado/a.
El asfalto de todas las opciones está en buen estado, si bien la parte final del propio Veleta es en tierra y tiene algunas piedras de consideración por el camino. El tráfico es intenso en las partes bajas de la estación y disminuye en las opciones que transcurren por carreteras algo más secundarias. Inexistente, eso sí, cuando se pasa la barrera de Hoya de la Mora. Otros atractivos de la zona están en los aledaños de la estación de esquí, con el durísimo ascenso al observatorio astronómico del IRAM, con unas rampas durísimas en el último tramo pasado el cruce a Borreguiles.
La carretera se encuentra en buen estado, si bien (como se puede ver en la imagen), la nieve deja un ligero acceso desde la cercanía del verano. Muchos ciclistas profesionales aprovechan estas fechas para crear sus stages de entrenamiento en sus inmediaciones y así aprovechar de las ventajas deportivas de entrenar en altura. También los cicloturistas recurren a este puerto a la hora de ponerse a punto para sus retos o simplemente supone un reto en sí. Estamos ante un coloso único, de esos que están en todos los rankings y tops del universo ciclista. Tengamos en cuenta el marco en el que nos encontramos y seamos realistas con nuestras posibilidades. Disfrutemos de la bicicleta y del deporte.
Texto: Lucrecio Sánchez
Fotos: Martín Cerván (@mfcervangalvez) y Miguel Baeza
Incluido en el nº1 de HC
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