Cuando comenzó esta Volta Catalunya 101 había varias ideas preconcebidas imposibles de dejar de tener en cuenta. Lo primero era la confección del recorrido, cuestionada por no ofrecer una etapa reina o grupo de etapas donde se pudiese hacer algún tipo de selección. Lo segundo, el ramillete de favoritos que a priori iba a estar en la pelea. Caídas y abandonos fueron casi tan protagonistas como las propias circunstancias de carrera, modificando esa lista más por eliminación que por selección. Más por descarte que por un paso adelante, digamos. Es más, el primer aspecto ha modificado el segundo también a base de la necesidad imperiosa de acceder a los puestos altos a través de las bonificaciones más que de los ataques. El ciclismo es tan hermoso que nos dejó una lección que ampliar al resto de nuestra existencia como fans de este deporte: que no hay recorrido bueno o malo si hay actitud en el pelotón, que la climatología a veces es un factor determinante y que los más valientes, al menos, tienen la garantía de poder mirarse al espejo sin ningún tipo de complejo al final de las etapas. Un último aprendizaje podría ser que no es adecuado permitir un milímetro a Richard Carapaz, campeón olímpico, campeón del Giro y podio en las tres grandes. Tampoco a Sergio Higuita, un colombiano que quedaba opacado por las grandes luces procedentes de su país y que a partir de ahora se le verá con otros ojos. Desde este momento, el campeón de la Volta y líder del Bora-Hansgrohe asciende un peldaño en el escalafón de ilustres. Por el hecho, por el logro y, más que nada, por la forma de llegar a él.
Y es que en una carrera que tuvo nombres tan propios como João Almeida o Nairo Quintana, además de muchos otros ilustres, sorprende que algunos presuntos desconocidos hayan alcanzado la gloria sin la oposición de los mejores nombres de esta prueba, como Ethan Vernon o Kaden Groves. Lo accesorio de esta consideración pueden ser las victorias de otros que por esperables no dejan de tener el mérito que tienen. Matthews alzó los brazos por vez primera en la Volta, Bagioli confirmó que Italia puede contar con él y Ayuso que su coraje es de World Tour y sus piernas están afilándose al menos en las de un gran ciclista. Frenos aparte por llevar el liderato, su arrancada de puro nervio camino de Cambrils denota el carácter que está germinando en la cabeza del joven samurai de UAE. Y es que su gran rendimiento de principio de temporada se ha visto truncado por la sorpresa mayúscula que tuvo lugar el sábado, cuando todo indicaba que Montjuic parecía el único recurso para que los rivales manifestaran su oposición al menos.
La jornada entre Salou y la citada Cambrils pasará a ser leyenda de esta centenaria carrera como lo han sido los duelos a tres bandas entre Valverde, Contador y Froome o la cabalgada de ‘Purito’ Rodríguez camino de La Seu d’Urgel a través de la Sierra del Cadí y el aterrador puerto de categoría especial de Pedraforça. En la salida había dos condiciones que hacían presagiar lo que después vimos: la copiosa lluvia y el frío, con los ciclistas tiritando en línea de salida, y la concentración en torno a los buses de Bora e Ineos. Y así fue. Plapp, un ciclista al que prestar atención, se propuso destrozar el grupo de favoritos en La Mussara, tanto que tuvo que desistir de continuar en la prueba tras ello.
Carapaz e Higuita consiguieron destacarse y despegarse del resto de rivales, que confiaban en que este tipo de aventuras están condenadas al fracaso y que la etapa, una tortura de repechos y terreno pestoso, no tenía la entidad suficiente para voltear el orden jerárquico establecido. Sí lo serían el tercero más fuerte en Boí-Taüll, Higuita, a la postre el vencedor, y el irreductible Carapaz. Ni un milímetro a rivales que han demostrado tener la capacidad física para estar tan cerca en la general. Para salir de dudas, sus equipos pasaron la tostada en fases a Uno-X, que debuta tomando la responsabilidad en una prueba World Tour y que muestra carácter, si bien aún les faltan tramos de escalera por experienciar en este proceso de crecimiento en el que están. De ese modo, los dos rebeldes buscaron su suerte. Como mínimo el honor, como máximo, acaparar un resultado que dé moral de cara a sus objetivos, en cuyos equipos ambos necesitan más que nunca reivindicarse y despejar dudas. Ineos y Bora ya conocen de qué son capaces. No sería raro ver estas cabalgadas repetidas en un Giro donde ambos, si todo va según lo previsto, serán protagonistas absolutos. Ahora mismo, con las balas de artificio han sido los mejores, incluso los más fuertes. Aviso a navegantes.
Más vale maña (nada que ver con el gentilicio) que fuerza. Más vale ser valiente que sufrir y aceptar tu lugar en el mundo. Un papel que ha asumido muy bien Nairo, en pos de una instrucción caída desde la nube de sumar cuantos más puntos mejor para vivir tranquilos, labor que, por otra parte, el equipo ha asimilado convenientemente. La secuela del ciclismo pantanesco se desvanece, se comienza muy bien en carreras admirablemente y con una voluntad competitiva que recordaba al Nairo pre-Movistar. Casi todos arriesgan cuando no tienen nada que perder. La limosna no es la misma rama del árbol que la generosidad. Y por ese mismo motivo, cuando te replanteas modificaciones concetas, ¿como quién querrán ser los futuros campeones del ciclismo? ¿Quiénes inspirarán a todos esos jóvenes para ser ciclistas y pelear por llegar al profesionalismo? ¿La dupla de insurrectos o el rebaño? La respuesta es clara.
Con la festividad de un domingo por Montjuic, la montaña mágica, con los ecos del frío y los abandonos del día anterior, se engalanó Barcelona para ofrecer una acogida cálida (sin lluvia ni frío), a todos los que pudieron finalizar o que no cayeron en la tentación. Una Volta con la paradoja que en países del norte de Europa han coincidido días primaverales con los lluviosos y frescos del litoral catalán. El sol que tanto buscaban muchos ciclistas del crisol del pelotón pertenecientes a ese norte de Europa ha transformado el ambiente optimista y reluciente que el inicio de la primavera atrae en un nido de máscaras que no sólo cubrieron los rostros de la edición 101, sino los brazos, las piernas, etc, haciendo irreconocibles a los ídolos. El público, eso sí, tiene mono de bicicletas, de salir a ver a sus ídolos. La pandemia ha generado hambre. Hambre de ciclismo. Que nadie nos lo vuelva a arrebatar nunca. Que no sea necesario.
Escrito por: Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Jon Herranz Gerard Peris / Volta Catalunya