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Vuelta a España de 1992: la primera de Rominger y la última del gran ‘Perico’

Hablamos de una Vuelta a España que va justo después de la de 1991. Parecerá una obviedad, pero es que en 1991 disputan la carrera Melchor Mauri y un tal Miguel Induráin, que en ese momento no es el estallido de masas que sería a partir del mes de julio cuando se corona como el cuarto ganador español del Tour de Francia. Hablamos de una carrera que todavía se disputaba a caballo entre abril y mayo y que de una u otra forma vivía tiempos apasionantes en algunos aspectos. Había mucho entusiasmo por la Vuelta a nivel popular, la proliferación de equipos y figuras españolas en el profesionalismo y además Pedro Delgado, que en aquellos momentos seguía siendo la gran estrella del ciclismo español seguía en lo más alto de sus expectativas.

Aquella Vuelta del año 1992 quedaría huérfana por no contar con la participación de otro habitual como Induráin, pero también es cierto que nadie en el momento le echó en falta. Pese al mal Tour, Perico era todavía un ídolo de masas y era el referente. Induráin lo comenzaría a ser en coincidencia con el declive del segoviano, que se acentuaría tras esta temporada. Por ello, el público que seguiría aquella edición de la Vuelta no echó en falta para nada que el otro líder de Banesto eligiese medirse al Giro de Italia para después afrontar el reto de revalidar el dorsal número uno en el Tour.

Fue una edición magnífica, con un recorrido que pese a recurrir a algunos clásicos, fue presentando elementos de una forma especial y diferente. La mayor diferencia tuvo lugar en los Pirineos, donde se desarrolló un bloque enormemente exigente y donde brillaba sobre todas las demás etapas una incursión en el Pirineo francés que traía a la Vuelta una etapa que los ojos de sus aficionados no estaban acostumbrados a ver. 144 kilómetros entre Vielha y Luz Ardiden, mítica cima del Tour de Francia. Una cima en la que Pedro Delgado triunfó en el Tour de 1985, su primera victoria de etapa en la ronda francesa, y Laudelino Cubino en 1988, sin más spoilers.

Jerez de la Frontera dio el banderazo de salida a esta 47ª edición de la Vuelta. La rampa de salida de la crono inaugural vio pasar a múltiples ilustres que se habían dejado caer por territorio español. Desde Erik Breukink hasta su compatriota Steven Rooks, pasando por Stephen Roche, Raúl Alcalá, Piotr Ugrumov, si bien todavía no sería tan conocido, mismo caso que el suizo Pascal Richard o Franco Ballerini, Theunise, Luis Herrera en sus últimos coletazos como ciclista profesional y un largo etcétera de nombres.

Entre todos ellos destacaban el mencionado Pedro Delgado, ídolo local, Melchor Mauri, campeón vigente y dorsal número uno, Jesús Montoya, líder del Seguros Amaya de Javier Mínguez y al mando de un auténtico equipazo, con Cubino o Parra como mejores exponentes. También un tercero en discordia como Marco Giovanetti, campeón de la edición de 1990. En realidad, salvo Sean Kelly, se encontraban en liza todos los campeones de la Vuelta desde 1985.

Es un cartel espectacular y un reclamo impresionante para los aficionados a pie de cuneta, que cubren los márgenes de la carretera en prácticamente todos los puntos de interés, con especial mención a la contrarreloj de Fuenlabrada, se dice que con tres millones de espectadores (datos de la Policía) a lo largo de sus 38 kilómetros de longitud. Eso es porque llama la atención el ciclismo y Perico, que es el ciclista más carismático que ha habido en España seguramente.

El prólogo lo gana Nijdam, un buen contrarrelojista, que vestirá de amarillo durante las dos primeras etapas. Hay mucho viento esos primeros días y hace mucho daño a los ciclistas de la general. Abdoujaparov y Van Poppel ganan dos etapas cada uno, aunque el punto caliente iba a estar en la etapa de Albacete, donde los clásicos abanicos para llegar a la ciudad manchega acaban por eliminar casi definitivamente a Erik Breukin, que pierde tres minutos. Esas etapas de llano, de más de 200 kilómetros y esos esfuerzos que van a castigar en la montaña.

La contrarreloj de Oropesa del Mar ve al holandés ganar la etapa, de 49,5 kilómetros y un recorrido lleno de subidas, firmando un crono superior a la hora y diez minutos. Bajo la lluvia, la gran sorpresa sería la del murciano Jesús Montoya, un escalador menudo que venía de hacer una buena primavera y firmó la segunda plaza de aquella gran crono. Ruiz Cabestany era el líder en la salida de aquella crono, pero se deja tres minutos. Tiempo que también se deja Tony Rominger, que sufre una caída en la primera semana y está al borde del abandono. Todo hubiese cambiado si hubiese sucedido. Esa crono fue el punto de inflexión para el suizo. Delgado y Mauri hacen una buena crono, situándose muy bien en la general.

Sin descanso y tras un gran traslado, se celebra la etapa más larga, sobre 240 kilómetros entre Lérida y Pla de Beret. Cantó y Bonaigua por el camino en una reedición aproximada de la etapa que se tuvo que suspender un año antes por la acumulación de nieve. Etapa que fue uno de los gérmenes del cambio de fechas a septiembre. La etapa fue para Jon Unzaga con más de siete horas de duración. Pere García coge veinte minutos y es alcanzado en la penúltima ascensión. En la subida final se ve el duelo entre Montoya, de amarillo, y Delgado.

Tras este escenario llega el día más esperado. Cinco puertos, 4500 metros de desnivel y mal tiempo. Ahí hay muchas anécdotas que contar. Veníamos de ver el Tourmalet en el mes de julio y pasamos a verlo con nieve en el mes de mayo. Contrastes también para Banesto, que vivió una situación muy diferente. La carrera venía rota desde el primer puerto, acumulando el esfuerzo de la crono, el traslado y Pla de Beret. Al paso por el Tourmalet se quedan sólo siete corredores: Montoya, Delgado, Cubino, Parra, Echave, Rominger y Giovanetti. Delgado y Montoya seguían marcándose, llegándose incluso a parar en la ascensión al coloso pirenaico.

Diferencias en meta brutales. El destrozo de las opciones de algunos ciclistas es tremendo. Mauri, Roche, que es de los que menos pierde, aunque se va ya a siete minutos… ¡Menuda escabechina! Ese día es la clave para ver la que sería la victoria de Rominger. Ante el marcaje entre los dos favoritos, el suizo aprovechó para recortar diferencias y meterse en la lucha por el podio. Ganó entre la niebla Lale Cubino, con el del Clas-Cajastur a apenas 20″ y tomando diferencia al resto de favoritos.

Un Cubino que, por cierto, había ganado tres veces en Luz Ardiden y en tres carreras diferentes (Tour, Vuelta y Tour de la CEE, antiguo Tour del Porvenir). No hay que olvidarse de que Rominger en aquel momento no había destacado aún en grandes vueltas como un candidato a ganar y la creencia general es que todos sus rivales pensaban que iba a terminar por caer tarde o temprano.

El relato continúa con Montoya aún líder y toda la Cornisa Cantábrica por disputarse, más alguna que otra sorpresa. La etapa de despedida de los Pirineos volvía a ser larga, con casi 200 kilómetros y los puertos de Soulor y Portalet.

Perico gana en los Lagos de Covadonga y gana muy bien la etapa. Rominger viene remontando y Montoya sufre para seguir de líder. El ‘periquismo’ llega al éxtasis, con las últimas opciones de Delgado de ganar una gran vuelta. No hay mejor marco que el mito de la Vuelta para presentar su candidatura a pelear la victoria en la carrera. Se puede decir que pasa a ser el principal favorito. En el Naranco, sólo un día más tarde, siendo la última llegada en alto quedando una semana de carrera, hay pocas diferencias entre los mejores.

Quedan tres etapas clave en esta Vuelta como son la de Ávila, la contrarreloj de Fuenlabrada y Destilerías DYC, tres clásicos de esos años en la carrera que iban a presentar el marco para una batalla que se presumía interesantísima. Peña Negra, Serranillos y Navalmoral, emulando a la edición que se llevó al zurrón Bernard Hinault. Las carreteras abulenses con ese tipo de asfalto que engancha y siempre dan qué hablar. Iba a ser la antesala del día decisivo, la crono de Fuenlabrada. Tres cronos, 100 kilómetros entre las tres, y casi gana un escalador como Montoya.

Imagen de la llegada a meta de Rominger en la crono de Fuenlabrada © YouTube / RTVE

Rominger y Perico se encuentran a menos de un minuto del murciano del Amaya en la general. Las referencias de la crono anterior no valían, ni siquiera las de otros años. Rominger dio una exhibición y Pedro Delgado no pudo darle la vuelta a la situación, ni siquiera adelantar a su rival español. El suizo se encaminaría hacia su primera victoria en la Vuelta, una victoria que cambiaría su trayectoria para siempre. Quedaban tres puertos para decidir, con Morcuera, Cotos y Navacerrada para saber si Delgado iba a ser capaz de desbancar al líder. Era una etapa más light que las de años anteriores, sin Abantos y La Mina.

El Clas domina la subida de Navacerrada con Echave y Unzaga, conformando una de las imágenes de la carrera. Fue el inicio de una época magnífica para este equipo. El colombiano Óscar De Vargas gana la etapa, pero es descalificado por dar positivo. Esa etapa fue a parar a Tony Rominger, segundo en la meta de DYC, ampliando su botín.

Una Vuelta impresionante por su desarrollo, con un recorrido ambicioso e interesante y que nos presentaba en sociedad a Tony Rominger, pero que por el camino nos ilusionó con Perico por última vez y nos enseñó a un gran corredor como Montoya como un posible candidato a este tipo de carreras. Segundo clasificado final el del Amaya, a apenas un minuto, y tercer es Delgado, a 40″ más de distancia. Sería el inicio de una trilogía magnífica para Rominger. Cuarto sería Giovanetti, aunque ya se clasificó a más de cinco minutos del vencedor final.

Otro relato de la Vuelta 1992, por Marce Montero

Escrito por Marce Montero y Jorge Matesanz

Foto de portada: RTVE

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