Ser considerado como “exótico” en un ámbito en el que tu país no tiene tradición es un arma de doble filo. Sueles llamar más la atención de todos. Conseguirás hitos no antes completados por un compatriota. Alcanzarás fama en tu país. Pero también tus movimientos, éxitos y fracasos se mirarán con lupa. No faltarán comentarios paternalistas e injustos de los que consideran que eres un rara avis sin más mérito que abrir mercado. Hacerse un sitio no es fácil, hay que saber aguantar la presión y trabajar por ser considerado uno más en el oficio.
Yukiya Arashiro es un ejemplo de cómo ganarse el respeto de un mundo a veces tan cerrado como el del pelotón ciclista. A sus 37 años se ha ganado un hueco en la galería de los mejores gregarios del ciclismo mundial, aunque no siempre se le reconoce ese mérito.
Si queremos ilustrar la carrera del nipón, hay un dato que sobresale sobre todos los demás. No sería el de primer corredor de su país en tomar la salida en el Tour, pues ya lo habían hecho, sin fortuna, Kisso Kawamura en 1926 y 1927 y Daisuke Imanaka en 1996. No es el hecho de haber sido el primer japonés en completar la Grande Boucle, hazaña que comparte con Fumiyuki Beppu en 2009. La marca que define a este ciclista es la que demuestra su compromiso, su profesionalidad y su capacidad de esfuerzo. Ha corrido hasta la fecha 15 grandes vueltas, repartidas en 7 Tours, 4 Giros y 4 vueltas. Y las ha terminado todas. Fiabilidad total en una estadística al alcance de muy pocos.
Su idilio con el ciclismo empezó tarde, pues su camino deportivo miraba hacia el balonmano, deporte al que de dedicó hasta los 18 años. Sin embargo, fue sintiendo ese gusanillo que despierta la competición en bicicleta gracias a las andanzas de un amigo y paisano, Shinji Fukushima, que había empezado a dejarse notar en el calendario amateur galo. No tardó mucho en decidirse por cambiar radicalmente de disciplina. La ruta era su destino. Para hacerse un sitio, el recorrido estaba claro y no dudó en irse a Francia a aprender el oficio. Había que dejar el sol naciente y viajar al “Lejano Occidente” siguiendo la misma trayectoria que el astro rey. De Levante a Poniente en busca de un sueño.
No tardó en aprender a manejarse en los pelotones y a mostrar un buen nivel, reforzado por una explosiva punta de velocidad que le permitía luchar por los puestos de honor en numerosas carreras. Compaginando calendario asiático y europeo en equipos continentales japoneses, su tercer puesto en el Tour de Limousin de 2008 le abrió las puertas. Todo un maestro del ciclismo francés como Jean-René Bernaudeau se fijó rápidamente en él y decidió llevárselo al por entonces Bouygues Telecom para 2009.
En los siete años que pasó en la estructura francesa, se asentó como un corredor importante. Todo un profesional capaz de buscar las fugas, meterse en algunos sprints y trabajar para sus compañeros cuando era necesario. Y, por supuesto, atraer muchos focos y miradas, algo que siempre aporta valor adicional a cualquier equipo.
Según iban pasando los años y la punta de velocidad se iba achatando, Arashiro fue adoptando el rol de fiel compañero. Sin hacer ruido, haciendo de su pasión un oficio. Así, en 2016, terminaría su periplo por los equipos de Bernaudeau para unirse a los movimientos de la marca de bicicletas Merida, de origen taiwanés y con gran presencia en el mercado asiático. Con ellos, pasaría al WorldTour en el último año del añorado Lampre antes de recalar en el conjunto Bahrain. Es en este conjunto donde se ha asentado como un ciclista fundamental para sus líderes. Esos que salen menos en la televisión pero que se pueden pasar horas marcando el paso del gran grupo. El que siempre está ahí para echar una mano al líder en los momentos difíciles. Ciclistas valiosísimos a los que a veces no se les rinde el homenaje que merecen.
Yukiya Arashiro cumplió con creces su sueño tardío de ser ciclista. Pudo enseñar mundo a su perrita Corin, que se llegó a convertir en la mascota del pelotón. Y sobre todo se ha convertido en un compañero y un gregario modélico. Un ejemplo para los jóvenes que sueñan con dedicarse a este duro deporte. No todo es ganar.

Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Fotos: @ACampoPhoto